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DE LA NOCHE A LA MAÑANA
Columna
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Y ahora la ciudad de la ópera

Si esta ciudad demanda un repertorio de 18 óperas al año, es que la medianía cultural del señor Camps ha fracasado, el público se ha hartado de los desmanes del IVAM, cunde la exigencia de la Caballé en sus escenarios

Alimentación

Es terrorista la presión que la publicidad y la disposición de los productos en las grandes superficies ejercen sobre los hábitos de consumo de los niños. Se dirá que el problema es de los padres, y que a palabras necias, oídos sordos. Pero no se trata de palabras, sino de imágenes. De imágenes trucadas en la mayoría de unos astutos espots televisivos donde un tedioso muñequito inmóvil vuela por la galaxia de la imaginación comercializada y en los que un zumo de lo que sea resulta tan energético que se convierte en apología del abuso. Y todo en un contexto en el que la obesidad tiene todos los números para convertirse en una pandemia que arruinará los sistemas de salud. Según Kate Steinbeck, experta de un hospital de Sydney, los niños de esta generación podrían ser los primeros de la historia que mueren antes que sus padres por problemas relacionados con el peso. El peso del negocio, bien podría decirse.

Edward Hopper

La memoria juega malas pasadas. El gran dramaturgo norteamericano Douglas Steinberg se propone llevar al teatro nada menos que Nighthawks (algo así como La noche de los halcones), el famoso cuadro del pintor Edward Hopper, donde la noche tomada desde el exterior de un bar de 24 horas apenas es indicio de la soledad humana (¿hay otra?). Y entonces el salto, una noche de invierno de hace algunos años, cuando Ariel García Valdés vino por aquí para montar La quinta columna, de Hemingway, en el entonces más o menos rutilante Centre Dramàtic, y lo primero que me pidió fue todo lo que pudiera encontrar de Hopper. Días después, la cena inolvidable con Ariel, Ricardo Muñoz Suay y Manolo Vázquez Montalbán, donde, a los postres, se metieron en el jardín del conflicto árabe-israelí. Lo que cada uno dijo me lo callo, por respeto hacia los que ya no están aquí. Paseando, de vuelta, por el Carmen, Ariel dijo: "Es como Beirut, ¿no?". Dije que sí, pero en una guerra más tonta.

Ópera para todos

Al paso que vamos, Valencia se va a convertir en la capital mundial de la ópera. Qué le vamos a hacer. Entre las que se representarán esta temporada en el Palau de la Música, la mayoría en versión concierto, y las del Palau de les Arts, saldremos a un par de óperas por mes, o algo más según algunas de ellas se sometan o no a la redifusión. Es una oferta desmesurada, y en nada coherente con la atonía cultural de una ciudad que conoció tiempos mejores. La ópera tiene su público, sin duda, foráneo sobre todo, pero aún así o se reclutan nuevos aficionados, empresa menos fácil de lo que parece, o no se sabe de dónde diablos van a salir los miles de espectadores necesarios para que el asunto funcione en todas sus funciones, salvo que se trate, como ocurre con otras propuestas artísticas institucionales, de magnificar el recipiente desdeñando a sus frecuentadores.

La memoria, ella

Como decía en este diario el amigo Castilla del Pino sobre el ya tedioso asunto Günter Grass, la culpa siempre es culpa ante otros. Y no hay culpa sin memoria. Por una de esas coincidencias fatales, a la que ninguna memoria puede sustraerse, la confesión tardía del escritor alemán se ha fundido en la prensa con esa guerra de esquelas periodísticas en las que los descendientes de cada bando reivindican a sus muertos en la guerra civil española. Se equivoca Grass de nuevo cuando dice que "muchos se desenvuelven como si su memoria estuviera libre de dudas", cuando la suya parece abrigar más de una decisión indubitable. A lo que se añade algo para mí hasta ahora ignorado, y es que un espectador de la lectura de uno de sus libros se suicidó, ante el autor, ¡en 1969!, al grito de "Saludo a mis camaradas de la SS". Tela, Günter, tela.

Fidel Franco

Parafraseando el arranque de Ana Karenina, todos los dictadores felices se parecen, mientras que los desdichados lo son cada uno a su manera. Ahora es muy común meterlos en el saco de los ogros sin entrañas, pero habría que considerar algunas cosas antes de certificar un ilusorio rasero identitario. Fidel invade Cuba desde México en un cayuco y llega con ocho compañeros a Sierra Maestra, entra meses después en La Habana. Franco encabeza la rebelión armada del Ejército contra el poder legítimo y provoca una cruenta guerra civil. Fidel erradica el analfabetismo, la prostitución, el juego, sitúa las universidades en cabeza de la enseñanza mundial. Franco fusila a los maestros, depura las universidades y genera los años del hambre. ¿En qué se parecen en los primeros diez años de su dictadura? En que uno y otro hacen precisamente lo que se habían propuesto hacer.

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