"Cada milenio de la película ha sido un enorme desafío", dice Aronofsky
De aquí a la eternidad. Tras el éxito obtenido por Réquiem por un sueño, el cineasta neoyorquino de culto Darren Aronofsky llegó ayer a la Mostra para presentar en competición The fountain, una historia de amor, muerte y metafísica, en un camino que abarca miles de años y tres diversas épocas históricas. "El deseo de vivir para siempre está muy enraizado en nuestra sociedad. La gente busca desesperadamente, día tras día, cómo prolongar la propia vida o cómo sentirse más joven. Pero estamos tan preocupados por nuestra condición física que olvidamos nutrir nuestro espíritu. Por eso me pareció fundamental enfrentar el tema de la inmortalidad", explicó el joven cineasta.
El hilo conductor es Tomás, el hombre que atraviesa los siglos en busca del Árbol de la Vida y la Fuente de la Juventud para salvar a Izzy, la mujer que ama, de una enfermedad letal. "Es difícil plasmar el concepto de la inmortalidad concentrándose solamente en el presente. Así, la historia del protagonista se desarrolla en medio de una combinación de tres periodos temporales diversos, en los que vemos reflejados tres aspectos diferentes de la misma persona", continuó Aronofsky.
Aprendizaje
Si bien los miles de años que transcurren en el relato confieren a la historia de Tomás un elemento épico, el tiempo también se convierte en su mayor enemigo. "El fondo de la película es una historia de amor, el dolor ante la idea de la pérdida de un ser querido y el aprendizaje espiritual que eso conlleva. En cada una de sus tres encarnaciones, Tomás está dispuesto a todo con tal de salvar a Izzy. Pero lo que no comprende es que, en su búsqueda de la eternidad, él ha perdido la oportunidad de vivir junto a ella sus mejores momentos", enfatizó.
Los oscarizados Hugo Jackman y Rachel Weisz (compañera sentimental de Aronofsky) son los protagonistas de esta historia que conjuga romanticismo, acción y ciencia-ficción, y que ha demandado seis años de arduo trabajo. "Fue como realizar tres cortometrajes a la vez, cada uno tan distinto al otro: uno mítico, uno científico y uno espacial. Cada milenio fue todo un desafío", dijo el cineasta sonriendo.
"Fue realmente fantástico", intervino Weisz. "Antes de comenzar el rodaje, debo confesar que tenía mucho miedo a la muerte. Pero después de hablar con todas estas personas, gente que asiste a los enfermos terminales, me sentí reconciliada con ella. Es extraño, pero ahora que ha concluido todo, me siento nuevamente asustada frente al tema. A fin de cuentas, soy un ser humano", dijo. "Izzy, en cambio, tiene que lidiar con la muerte antes de lo previsto. Pero al final acepta su destino con serenidad, pues comprende que la muerte es la liberación más grande. Si estuviese en su situación, esperaría comportarme tal como ella", aseguró la actriz.
Babelia
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