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Reportaje:

¿Reforma o ruptura?

La derecha francesa acepta el liderazgo de Sarkozy, pero duda entre el liberalismo y el tradicional proteccionismo gaullista

La Unión por un Movimiento Popular (UMP), el partido que hunde sus raíces en el que fundó el padre de la V República, el general Charles de Gaulle, parece cada vez más dispuesta a aceptar que sea su presidente, el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, quien lleve las riendas de los conservadores y sea su candidato al palacio del Elíseo en las elecciones presidenciales de la próxima primavera. Sarkozy insiste en que quien sea elegido, lo será en clave de "ruptura" con el pasado, pero en el partido, especialmente en el entorno del primer ministro, Dominique de Villepin, no se acaba de entender que alguien que forma parte del Ejecutivo conservador vaya a hacer campaña en contra de su propia labor política.

Los militantes siguen a Sarkozy, pero los dirigentes no lo tienen tan claro. La apertura, el viernes en Marsella, de la Universidad de verano de la UMP lo puso en evidencia. El presidente de esta dormación defiende la ruptura con el modelo de Estado patriarcal y protector creado por el gaullismo, con la Francia de los derechos adquiridos y el gigantesco déficit público. Critica el generoso sistema de protección social y no desperdicia ocasión para insistir en que el modelo actual prima a quienes no trabajan y viven de las subvenciones y penaliza a quienes trabajan. Villepin, encargado del discurso de apertura, lo dijo muy claro: "No se gana contra algo, ni tampoco contra alguien", dijo.

Sarkozy, mientras tanto, duda. Por un lado, se atreve a poner en la picota el derecho a la huelga tal y como está ahora establecido, al proponer la votación secreta entre los trabajadores para poner fin "a la dictadura de las minorías", en una clara alusión al modelo sindical francés. Por otro, parece haber comprendido que con la etiqueta de liberal -una auténtica palabrota en Francia- no se abrirá camino hacia la presidencia de la República.

Tampoco los jóvenes parecen mayoritariamente atraídos por Sarkozy, según muestran las encuestas. Su evidente autoritarismo les disgusta. Pero Sarkozy no puede dejar de mirar hacia la derecha si quiere construir un gran partido popular al estilo del que José María Aznar -su gran modelo político- levantó en España. El ultraderechista Frente Nacional (FN) de Jean-Marie Le Pen atesora una reserva de votos fieles de más del 12%, una parte de los cuales le hacen falta a la UMP para convertirse en hegemónica. En este inicio de campaña, Sarkozy combina una de cal y una de arena. Por un lado, sigue con las expulsiones de inmigrantes y, por otro, intenta atraerse a los jóvenes.

Ayer, en Marsella, quienes llevan su campaña añadieron una nueva sorpresa juvenil. A los ya conocidos Johnny Hallyday (cantante) y Jean Reno (actor), amigos del ministro del Interior, se unió el rapero Doc Gynéco, de origen caribeño, que participó en una sesión de trabajo, firmó autógrafos y defendió la ya famosa invectiva del ministro del Interior, el pasado octubre, contra los delincuentes de una localidad del norte de París, a la que muchos atribuyen el origen de la rebelión de las barriadas que incendió el país. "Quienes viven en las barriadas no son más que payasos", dijo Doc Gynéco. "Se enfadan cuando alguien les llama basura, pero se pasan el día insultándose entre ellos".

Con un pie en la extrema derecha y el otro en el centroizquierda, el mayor problema para Sarkozy es que los socialistas le ocupen el centro político. Y esto es lo que está haciendo Ségolène Royal. Y la UMP tiene claro que será el rival a batir en la carrera por El Elíseo; las críticas más feroces, las descalificaciones más tajantes, las burlas más hirientes fueron para la favorita socialista de los sondeos. Algunos de los oradores desgranaron incluso alabanzas sobre sus rivales en el PS, como el que fuera ministro de Educación François Fillon, que se deshizo en alabanzas sobre Dominique Strauss-Kahn.

Nicolas Sarkozy dedica su libro <i>Testimonio</i> durante la reunión de verano de la UMP en Marsella.
Nicolas Sarkozy dedica su libro Testimonio durante la reunión de verano de la UMP en Marsella.EFE

Nada está decidido

Por ahora Sarkozy y Royal encabezan todas las encuestas, pero si algo está claro en este inicio de curso político es que nada está decidido. Todo el mundo recuerda que Édouard Balladur encabezaba todos los sondeos en 1995 y su estrella se fue apagando hasta acabar siendo derrotado por Chirac. Y más que nadie Sarkozy, que optó entonces por abandonar a Chirac y unirse a Balladur, una decisión que el presidente de la República nunca ha perdonado. El propio Chirac sigue sin desvelar si intentará seguir en el Elíseo, y la muy chiraquista ministra de Defensa Michèle Alliot-Marie amagó ayer con presentar su candidatura.

Quien sí que tiene claro que será candidato es el líder del Frente Nacional (FN) Jean-Marie Le Pen, que incluso profetiza que sus rivales volverán a ser Chirac y el socialista Lionel Jospin. El FN también ha celebrado este fin de semana su universidad de verano, sin novedades.

Otro que anuncia batalla es el centrista François Bayrou. El líder de la UDF lleva meses intentando desmarcarse del Gobierno conservador del que formó parte, hasta el punto de que ordenó a sus diputados que votaran contra el Ejecutivo en la última moción de censura. Bayrou clama por la necesidad de articular una fuerza de centro, a medio camino entre socialistas y gaullistas.

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