El relevo de Maragall abre un debate sobre las alianzas del PSC

Una tras otra van apareciendo públicamente estos días en Cataluña una serie de tomas de posición en torno a las consecuencias de la sustitución de Pasqual Maragall por José Montilla como candidato del PSC a la presidencia de la Generalitat. El fondo del debate, lanzado el jueves por el actual presidente catalán mediante un artículo de prensa, se refiere a un eventual cambio de alianzas tras las elecciones autonómicas para dar prioridad a acuerdos con CiU.

Maragall es un decidido defensor de la colaboración de las izquierdas en Cataluña y lleva ya años advirtiendo de que existe el riesgo de que el PSC se vea obligado a pactar con CiU en Cataluña para facilitar la colaboración entre el PSOE y el nacionalismo catalán a escala nacional.

Tras la sonora advertencia lanzada el jueves por el presidente catalán se dio a conocer el viernes que su esposa, Diana Garrigosa, veterana militante socialista, había solicitado la baja del PSC en desacuerdo con la candidatura de José Montilla. Hace unos meses abandonó el partido otra militante de la primera hora de marcado perfil catalanista, Núria Albó, que fue alcaldesa de la localidad de La Garriga durante muchos años y en la década de 1990 se enfrentó al aparato en la batalla que provocó la caída de Raimon Obiols como primer secretario.

A todo esto cabe sumar las inquietudes mostradas también por Ernest Maragall, hermano y colaborador del presidente, en el artículo publicado en esta misma edición de EL PAÍS. Entre otras cosas, Ernest Maragall llama la atención sobre las posiciones de la recién formada Plataforma de Apoyo a Montilla, que a su juicio, pretenden establecer una contraposición entre catalanismo y política social. Y apuesta también por la continuidad de la alianza de izquierdas frente a una eventual opción por un pacto con CiU.

Este goteo ha sido rápidamente interpretado por algunos de los rivales del PSC, principalmente los de CiU y Esquerra Republicana (ERC), como una supuesta prueba de un giro de los socialistas catalanes hacia posiciones "españolistas" y de supeditación a los intereses del PSOE, de las que sería expresión la sustitución de Maragall por Montilla.

Contra esta interpretación se pronunció ayer uno de los principales miembros del Gobierno de Maragall, el consejero de Economía, Antoni Castells, también dirigente del PSC precisamente desde la etapa de Obiols. Castells afirmó a Efe que "el legado de Maragall y su propia figura debe seguir vivo en el partido y ésta es una opinión generalizada en el conjunto del PSC", y se mostró convencido de que Montilla "hace suyo como nadie este legado".

Castells se definió a sí mismo como "muy identificado con el alma maragalliana del PSC" y dio una gran importancia a la existencia de las posiciones políticas que la definen. "El PSC tiene dos almas en una", explicó, "y esto significa un doble compromiso: uno por la autonomía, por el autogobierno y por la identidad nacional de Cataluña; y, a la vez, un compromiso con un proyecto común español".

Castells recordó que el propio Maragall está profundamente implicado en un proyecto común para España y se declaró convencido de que todos los afiliados del PSC "comparten y hacen suyo" el doble compromiso del partido.

La relevancia de estas tomas de posición de Maragall y su entorno viene dada, sobre todo, por el contexto electoral que marca la apertura del curso político en Cataluña. Maragall tiene previsto firmar el día 7 la disolución del Parlamento autónomo y la convocatoria de elecciones para el día uno noviembre. Pero destacados dirigentes del PSC señalaron ayer que tanto las ideas defendidas estos días por el presidente de su partido y de la Generalitat respecto a la política de alianzas y sus servidumbres respecto al PSOE como su muy particular sentido de la oportunidad son sobradamente conocidas y "típicamente maragallianas".