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Columna
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Camina o revienta

Llega uno con la depresión posvacacional a cuestas y se encuentra con que el Banco Central Europeo ha subido el Euribor hasta 3,61 por ciento, lo que pone las hipotecas a un tipo de interés cercano el 5 por ciento. ¿Quién pagará los créditos? Los morosos haremos cola en la puerta de los bancos y cajas para preguntarles si quieren quedarse con el apartamento. ¿O no?

Si hacemos caso a todos los sesudos informes publicados este año, las familias españoles estamos endeudadas hasta las cejas. Atendiendo a esos datos no nos queda ni para comprar el pan. Y mucho menos con los nuevos tipos de interés. Sin embargo, como somos muy hedonistas, las playas han estado a tope, los cruceros por el Mediterráneo sin plazas y las agencias de viajes han puesto un puente aéreo para ir y volver del Caribe ¿What crisis? ¿Dónde está la crisis?

En el segundo trimestre de este año el producto interior bruto (PIB) alcanzó un crecimiento del 3,7 por ciento, lo que nos pone por encima de la media europea. ¿Quién da más? Le vamos a decir cuatro cosas al Euribor ese. El ladrillo y el consumo seguirán tirando de la economía por mucho que se empeñe Jean-Claude Trichet, presidente del BCE. Por lo tanto sólo caben dos explicaciones. O estamos locos o esto va como una moto porque una parte de los ingresos familiares no constan en la declaración de la renta. Estamos en la tierra de la economía sumergida.

Camina o revienta es lo que escribió El Lute. Es lo que le ocurre a la economía española y en particular a la valenciana. Ya no hay escapatoria por mucho que se empeñen los clásicos. El PIB sube por donde menos le gusta al gobierno: el ladrillo y el consumo. Tal vez por eso no aparecen políticas fiscales para frenar el efecto del Euribor. Pero da lo mismo. Que nadie venga a amargarnos la fiesta posvacacional.

Por eso hablar de crisis es un criterio a gusto del consumidor. En crisis están los que han comprado para especular millones de metros cuadrados en la costa y ahora ven como baja el precio. ¿Quién tiene pulmón financiero para aguantar hasta el próximo ciclo? Pero no les hablen de crisis a quienes tienen viviendas urbanas en construcción. Se las quitan de las manos aunque el Euribor se dispare. Las tres ferias de la construcción que hay en la Comunidad Valenciana se las prometen más que felices. Los valencianos compramos pisos nuevos con los dineros que pagan los inmigrantes por los viejos. Y como no paran de llegar rumanos, colombianos y senegaleses, pues a estrenar piso.

¡Viva la alegría! Por eso lo valencianos somos los terceros que más viajamos de España y los más bajos en productividad. Por eso construir un piso en la Comunidad Valenciana cuesta más que en Francia y no digamos que en Estados Unidos. Nuestros métodos de construcción siguen siendo los de Parque Alcosa. Por eso la productividad es la obsesión permanente de todos los estudios sobre nuestra economía. Cuando los llamados países emergentes se pongan también a la calidad veremos qué pasa.

Pero estamos a lo que estamos: camina o revienta. Sabemos que nadie nos va a reclamar la hipoteca porque los bancos no quieren acumular una inmensa cartera de viviendas. Además, los títulos hipotecarios de las cajas ya tienen nombre de banco chino. Y al cajón de la calderilla sigue llegando dinero no contabilizado por Hacienda, con lo que tampoco caerá el consumo. ¿What crisis?

Para nosotros no vale ni la máxima de Aristóteles: La sociedad se purga de vez en cuando. Además, cuando acabemos de pagar el crédito del viaje y la casa del pueblo, hay que meterse con la televisión de plasma. En esa pantalla se ve mejor la llegada de los cayucos a Canarias.

www.jesúsmontesinos.es

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