¿Por qué crece más?
El incremento del PIB a una tasa del 3,7% registrado en el segundo trimestre del año, según el dato conocido ayer, significa que la economía española sigue creciendo bastante por encima (1,3 puntos porcentuales) de la media de la zona euro. En PIB per cápita, la diferencia a lo largo de los 10 últimos años ha sido de casi un punto anual. Ese mayor dinamismo se debe a una serie de factores, pero uno decisivo es el aumento de la población, determinado fundamentalmente por la inmigración. Otro factor importante es la incorporación de la mujer al mercado laboral.
España es el país europeo que ha registrado un mayor aumento de población desde 1995: más de cuatro millones de personas, el 80% de las cuales son inmigrantes. Hace tiempo que, corrigiendo tendencias más escépticas, se conoce la relación entre aumento de población y riqueza de los países. En un informe conocido estos días, la Caixa de Catalunya ha intentado cuantificar esa relación. La conclusión más impactante es que, sin la inmigración, el PIB per cápita español habría retrocedido en la última década a razón del 0,6% anual, cuando en realidad ha crecido al 2,6% cada año.
El crecimiento de la población ha favorecido el del consumo (incluyendo la compra de viviendas para los nuevos hogares), y al mismo tiempo ha proporcionado mano de obra barata para los servicios (especialmente el turismo) y la construcción, que vienen siendo los sectores más dinámicos. A su vez, esos nuevos trabajadores, en su mayoría jóvenes, han contrarrestado en parte los efectos del envejecimiento de la población y mejorado la relación entre ocupados y pensionistas, saneando el sistema asistencial. Y todo ello se ha visto reforzado por la incorporación al mercado laboral de 1,4 millones de mujeres desde 1995, lo que ha hecho aumentar la tasa de actividad femenina del 37% al 44%. Se trata, en su gran mayoría, de mujeres nacidas durante el baby boom de los años sesenta y setenta.
Hay razones, por tanto, que explican el mayor crecimiento español como efecto de la coincidencia excepcional entre dos vías de fuerte incremento de la población activa; pero ello mismo abre interrogantes sobre las consecuencias que tendrá el fin de esa excepcionalidad; por ejemplo, cuando llegue la jubilación de esas generaciones de nacidos entre 1960 y 1980.
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