Dragostea Din Tei

- 2004. Tsunami: la ola se va a los puertos. Posteriormente, Carod se va a Perpiñán y Letizia se va a la Almudena. Llovió y fue tan poca gente que, por unos segundos, alguien creyó que la boda era un acto más del Fórum de les Cultures. Territorialidad: la cosa está calentita. Tanto que un editor de revistas de entretenimientos decide retrasar un año la aparición de Sudoku, no sea que alguien crea que es un deporte vasco. Desde el País Vasco y Catalunya se emiten políticas que van contra la unidad nacional y la democracia, tal y como la definió Aznar en Gettisbourg. Y, si escuchas la radio, contra la ley de gravedad. La canción del verano fue Dragostea din tei, de los O-Zone. Una ventana de aire fresco: cuando sonaba en la radio, uno dejaba de escuchar tertulias para escuchar algo, también incomprensible pero, al menos, en rumano.

- EL FACTOR RUMANO. Los O-Zone era un grupo del mismo Rumania. Posibilitaron que, en verano, pasaras por al lado de una obra y escucharas a todo el andamio cantando la canción del verano en perfecto rumano, más contentos que una anchoa. Un inmigrante rumano pasó, consecuentemente, de ser invisible, a seguir siendo invisible, pero en el trance ganó una banda sonora. La canción, por otra parte, era una canción del verano arquetípica. Es decir, no había por donde cogerla, salvo por las ramas. Las canciones del verano, en fin, posiblemente son ramas. Y según organices un manojo de ramas, construyes un ramo de novia o una corona funeraria. Las ramas de la canción, verbigracia, construían estructuras como las que aquí siguen: "Hola. Buenas. Soy un bandolero justiciero. / Y, por favor, amor mío, recibe la felicidad / ¿Hola? ¿Hola? Soy yo, Picasso. / Te he enviado un beep y soy valeroso". El estribillo, no obstante era pegadizo. "Vrei sa pleci dar un ma nu ma nu ma iei / chipul tau si dragostea din tei". Hablaba de encuentros amorosos a la sombra de un tilo que ya no tendrían lugar. Lanzaron un segundo disco, al año siguiente, en el que ya no vestían de H&M, sino de grandes ideólogos del pop. Desaparecieron como ninjas, zas. En su lápida artística siempre serán reconocidos por ser los primeros interpretes que, tras Jimmy Fontana, colaron un pelotazo en una lengua latina extra-peninsular. Lo que orienta sobre a) el carácter lingüísticamente abierto de los habitantes de la Península. O, quizás, sobre b) su desprecio absoluto a entender lo que se escucha.

- EL FACTOR 'CONDUCATOR'. En ocho años se ha escuchado y ha triunfado un discurso transilvano inquietante, y que no ha sido seriamente contestado por nadie. El Gobierno había depurado un enemigo, la Cosa, y lo había ubicado en el centro de todo. Quien no estaba con el Gobierno, estaba con la Cosa. O, incluso, era la Cosa, y se alejaba tres pueblos del canon democrático. La Cosa era el centro de la política. Una política ultra-nacionalista, de guerra continua contra un enemigo interior. En marzo del 2004, cuando el Gobierno se fue al garete por exceso de celo en su idea del mundo, la Cosa, según las versiones oficiales, dominaba y gobernaba en Euskadi y en Catalunya. Como que en Catalunya también gobernaba el PSC, el PSOE había pactado con la Cosa. El 50% de los ciudadanos del Estado, vamos, eran la Cosa.

- NO SÉ USTED. Tengo 39 años. El 11-M me quedo de pasta de moniato. Me quedo más de pasta de moniato los tres días siguientes, cuando nuestra cultura deja de emitir y carece de la capacidad de opinar y discernir que, en medios extranjeros, existía desde el 11-M a las doce de la mañana. El modelo cultural español, formado a lo largo de los últimos veintipico años, había funcionado con total efectividad, y en tres días no desdijo al Gobierno. Es más, los primeros días fueron ricos en artículos y declaraciones de intelectuales locales, dando la razón al Gobierno y proponiendo más enemigo interior y más leña al mono. El Gobierno cambió ese mismo mes. El modelo cultural no cambió. Sigue igual. Socorro.