La frustración 'expulsa' a los nigerianos
9 de cada 10 emigrantes proceden de una zona del sur de población con fama de emprendedora
Por qué vienen?", se preguntaba hace poco más de un año un joven diplomático italiano recién llegado a Nigeria en una de esas fiestas periódicas que los expatriados suelen organizar para no sentirse aislados en África. La pregunta no podía responderse sólo con las típicas causas válidas para otros países africanos con una gran población de inmigrantes (guerra, hambre, pobreza), así que los diplomáticos tiraron de teorías propias y ajenas y resolvieron que lo que había movido a miles de nigerianos a dejar el continente se resumía en una de las palabras más repetidas en el país: frustración.
Mike Friday, de 26 años, procedente de Benin City, al sur del país, no participó en aquella conversación, pero estaba de acuerdo en que sus razones para irse de Nigeria tenían mucho que ver con ese concepto, un sentimiento común al de la gente de su lugar de origen. Casi el 90% de los nigerianos que emigran vienen de allí, una zona famosa por su cultura comercial y donde quizá residan los más emprendedores. Mike no consiguió llegar a España. Pasó más de un año cruzando África hasta que se dio de bruces con la valla de Melilla. A pesar de ello, asegura que volverá a intentarlo, y eso que reconoce que hay muchos nigerianos, sobre todo los del norte, que lo pasan peor que él. "Yo no paso hambre; si quiero, puedo encontrar algo que hacer y conseguir algo de dinero. Tengo un móvil, una casa y una cadena de música. Lo que quiero es lo mismo que tenéis vosotros", concluye.
Es el segundo país en reservas de gas y el quinto exportador de petróleo del planeta, pero sufre un cáncer mortal: es el tercero más corrupto
En la televisión por satélite ven el mundo al que aspiran: familias en la playa, mujeres liberadas que dirigen empresas y chalés con jardín
El mejor lugar para entender a qué se refiere Mike cuando dice eso de "lo mismo" es el café Internet. En uno de ellos, en la moderna capital de rascacielos y edificios de espejo, Abuja, decenas de jóvenes ociosos se congregan a cualquier hora del día frente a la pantalla del televisor. Sus programas favoritos son las películas de Nollywood, la emergente industria del cine nigeriano, y las series de televisión occidentales. Porque la mayoría de estos cibercafés tienen parabólica, y ésa es la puerta por la que entra toda la frustración. A través del satélite ven a familias adineradas pasando sus vacaciones en la playa, mujeres solteras y liberadas que dirigen empresas, y urbanizaciones con hermosos jardines donde los niños juegan al baloncesto. Y los jóvenes nigerianos miran todo eso y exclaman: "¡Oh, qué hermosos setos!". Esa frase no se dice casi nunca en el norte del país, musulmán, donde la mayoría de la población es más pobre y vive en el campo. Se pone así en entredicho que la pobreza por sí sola sea un acicate para la emigración en masa.
La mayoría de los nigerianos que se van desconocen las dificultades a las que se enfrentarán cuando lleguen a Europa. Da lo mismo. Si se les intenta explicar que tendrán que vérselas con la policía, el paro, los problemas del idioma y la xenofobia, ellos contestan con una sonrisa y un gesto de despreocupación: "No hay problema. Soy nigeriano. Soy listo y sabré acostumbrarme. Será duro, pero tengo que salir de aquí".
Lluvia de informes
A Nigeria le llueven los informes de las organizaciones internacionales. Cada uno de ellos pesa como una losa sobre las reformas económicas que el presidente Olusegun Obasanjo ha iniciado para promover la agricultura y alimentar a una población que podría alcanzar los 200 millones en 2015. El Informe de Desarrollo Humano 2005 de Naciones Unidas hacía retroceder a Nigeria siete puestos en una lista de 177 países, del 151 al 158. El 70% de su población vive con menos de un dólar al día, y el 90%, con menos de dos. Los conflictos localizados en varias zonas del país han hecho que la esperanza de vida sea de 43 años, una de las más cortas del mundo, y que 800.000 personas hayan tenido que refugiarse en otras regiones en los últimos cuatro años, según ACNUR.
Pero el dato que más les hiere lo da Transparencia Internacional, según la cual, Nigeria es el tercer país más corrupto del mundo. Saben que su país es la segunda reserva de gas natural del planeta y el quinto exportador de petróleo. Pero tampoco ignoran que muchos de sus dirigentes han sido detenidos en el extranjero con millones de dólares encima de la cama.
Estos datos le sirven a Friday para plantear la cuestión de otra forma: "La pregunta no es por qué vamos a Europa. La pregunta es por qué no nos dejáis entrar".
Un país gobernado desde el cielo
LOS NIGERIANOS, dados a los refranes y los dichos para explicar los males que les achacan, bromean a veces diciendo que su presidente, Olusegun Obasanjo, de 68 años, gobierna el país desde el cielo, en alusión a la cantidad de tiempo que pasa viajando en su avión. Desde que inició su primera legislatura, en 1999, Obasanjo se ha convertido, junto con el ex presidente Nelson Mandela, en el líder africano que ha visitado más naciones.
Esos viajes le han servido a Obasanjo para hacer de Nigeria uno de los países más influyentes del continente y ostentar el papel de apagafuegos en conflictos como los de Liberia, Santo Tomé, Sudán o Sierra Leona. Sin embargo, en el interior, los problemas siguen sucediéndose. En el sur, las tensiones con el norte, musulmán, saltan periódicamente, y Nigeria no acaba de limpiar esa imagen de país donde el fraude y la corrupción son una forma de vida para muchos de sus habitantes.
En mayo de 1999, en la investidura deObasanjo, asistentes al acto asaltaban un camión con regalos para los invitados. El presidente clamaba entonces: "Que el Todopoderoso nos ayude". La frase, recogida por Karl Maier en
el libro Esta casa se ha caído,
reflejaba la enorme brecha existente entre la clase dirigente y la población.
Nigeria
Nigeria, con 923.768 kilómetros cuadrados (casi el doble que España) y más de 150 millones de personas, según estimaciones del Gobierno, es uno de los países más influyentes en África. Ese poder le ha servido, entre otras cosas, para ejercer presión y que la comunidad internacional accediese a condonar el 67% de los 36.000 millones de dólares que debía al Club de París. Hasta hace un año ostentaba la presidencia de turno de la Unión Africana (UA) y ahora pelea con Suráfrica por un sillón en el Consejo de Seguridad de la ONU. Posee además la segunda reserva de gas del mundo y es el sexto productor de petróleo. Pero la realidad en casa es muy distinta.
De Nigeria podría decirse que es un gigante con insomnio. El país sufre diariamente enfrentamientos étnicos y religiosos que le impiden remontar el vuelo desde su independencia, en 1960.
Nigeria extrae unos 2,5 millones de barriles de petróleo diarios. Se estima que el 40% de ellos se pierde o es robado. El dato resulta más escandaloso cuando se sabe que el 70% de la población vive con menos de un dólar al día, según la ONU.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.