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DESDE MI SILLÍN | VUELTA 2006
Columna
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París-Málaga

París-Málaga. Ni horario, ni fecha, ni compañía aérea, no estamos hablando de un vuelo comercial ni tampoco de un charter. Existirá la línea, por supuesto; incluso alguno de los corredores que toman parte en esta Vuelta lo habrán tomado para llegar hasta aquí, seguro, pero no, yo hablo de algo bien diferente.

París fue (inevitablemente, no podía ser de otra manera) el final del Tour de Francia. Un Tour que comenzó en tormenta y terminó en calma, una calma que no hacía sospechar la nueva tormenta que se avecinaba. Comenzó con la Operación Puerto y terminó con una fantástica victoria de Landis que devolvía así la credibilidad a un deporte en entredicho. Eso creíamos. El espectáculo, además de cautivarnos, nos había convencido. Pero la calma duró poco; además de etérea fue ficticia, un golpe bajo en muy mal momento. Fue algo así como cuando parece que un bebé deja de llorar cuando lo que en realidad está haciendo es coger aire para llorar aún más fuerte.

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Un líder, un símbolo

París ahora es un recuerdo. Para muchos, pero también para enamorados y ciclistas (incluso para alguno que cumpla las dos circunstancias). Que sea bueno o no, eso ya depende de cada uno. Allá cada cual con sus fantasmas. París es un recuerdo presente, pero tenemos que pensar que es el pasado, mientras que Málaga es el presente y el comienzo del futuro, dos papeles en uno.

Málaga es el punto de partida este año de la Vuelta Ciclista a España. Una nueva oportunidad que tenemos (los ciclistas y el ciclismo en general) de reivindicar nuestro deporte, de devolver a los aficionados la confianza perdida y de dejar de engañarnos entre nosotros mismos. De lo que suceda en las próximas tres semanas podremos concluir si de verdad estamos en el buen camino, o si hemos vuelto a desaprovechar una oportunidad más. Espero que sea lo primero, porque nuestro crédito se está agotando y estamos ya en un nivel entre lo crítico y lo irrecuperable. Quizá a pesar de todo, aún no sea demasiado tarde. Yo desde luego cada vez respeto más a esos aficionados que (con la que está cayendo) aún se acercan a las cunetas para darnos un grito de ánimo.

En fin... que voy a lo que voy. Que escribo esto a media tarde, cuando lo lógico es que lo hiciese después de correr, pero saliendo como salimos a las 20.22 difícil -cuando no imposible- me lo ponen. Cosas del espectáculo. Una contrareloj por equipos de tan sólo 7 kilómetros, un experimento curioso cuando menos. Veremos quién es el primer líder, pero ya aviso que puede ser cualquiera.

Cuando lean esto París-Málaga ya es pasado. El Tour ya terminó y la Vuelta ya ha empezado. Ahora lo que importa es Málaga-Madrid, un largo camino de tres semanas en el que esperamos no encontrarnos más dificultades que las que aparecen en el libro de ruta. Que no son pocas, por cierto.

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