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El sistema de limpieza del alcantarillado de Barcelona pasa el examen de las lluvias

Cámaras de vídeo y mangueras mecánicas han sustituido gran parte del trabajo manual

Las últimas lluvias torrenciales han servido para verificar el correcto funcionamiento del sistema de limpieza y mantenimiento de la red de alcantarillado de Barcelona. Las obras se terminaron en el mes de enero del año pasado, pero hasta ahora no se había producido una lluvia de densidad suficiente. El servicio ha superado sus primeros exámenes con nota. Así lo explicó ayer el concejal de Mantenimiento, Francesc Narváez, quien añadió: "El tiempo necesario para limpiar un gran colector ha pasado de varias semanas a poco más de un día en el último año".

La canalización de las aguas fecales de la ciudad, sobre todo cuando se producen fuertes lluvias, es una tarea difícil. Este verano, Badalona ha sufrido ya dos episodios de saturación de las alcantarillas en tardes de tormenta, que han obligado a prohibir el baño durante varias horas en las costas del municipio por la excesiva presencia de residuos en las playas.

En Barcelona, la incorporación de cámaras de vídeo y "una mejor gestión de los depósitos pluviales" se apuntan como los principales avances que han evitado la saturación de la red. Estos depósitos, situados en lugares estratégicos de la ciudad, gozan de una capacidad "equivalente a 250 piscinas olímpicas", explicó Narváez, y han facilitado la retención temporal de agua. Narváez avanzó que para la próxima legislatura está prevista la construcción de tres nuevos depósitos: en la Rambla de Prim, en la avenida del Estatut y en el cruce entre las calles de Mallorca y de Urgell.

Los numerosos colectores de la red conducen las aguas residuales hacia la depuradora, donde son tratadas antes de ser depositadas en el mar. Estos conductos se limpian entre una y tres veces al año, según sean su capacidad y situación geográfica. Los que necesitan un mayor tratamiento son los más cercanos al litoral porque es donde se produce mayor acumulación.

Una de las innovaciones de este año ha sido la adquisición de cámaras de vídeo que sirven para saber cuándo hay que limpiar las alcantarillas más pequeñas y en qué punto. Desde el camión, que se encuentra en la superficie, los operarios perciben el estado del conducto a través de la imagen que capta la cámara. Mediante un sistema de cableado, pueden guiar una potente manguera mecánica que dispara agua a presión para arrastar los residuos acumulados, operación que ahorra el antiguo y pesado trabajo manual.

Los viejos camiones se han sustituido por nuevos vehículos, cuya maquinaria está cubierta para reducir el ruido. El objetivo es que no se sobrepasen los 60 decibelios. "Reducen el sonido el 85%", explicó el concejal Narváez. Pese a ello, el estruendo originado sigue muy cerca de los 65 decibelios, lo que la Agencia Europea del Medio Ambiente considera el máximo tolerable.

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Criterios "sostenibles"

Narváez señaló que el servicio de limpieza ha incorporado "criterios sostenibles y medioambientales que antes no se tenían en cuenta". Entre ellos, un sistema de filtro y aprovechamiento de las mismas aguas subterráneas para la limpieza de los colectores. "No gastamos ni una gota", dijo Narváez con orgullo. La arena que se acumula también se trata y se utiliza para tareas de jardinería.

El servicio cuenta con 13 equipos de trabajo que actúan sobre los 1.450 kilómetros de conductos. El concejal recordó que varias compañías de telecomunicaciones han alquilado en los últimos meses partes de la red del alcantarillado para pasar cable de fibra óptica.

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