"Azcona ha sabido escribir mejor que nadie de toros"
Pedro María Azofra (Cirueña, La Rioja; 1943) es crítico taurino (en medios como El Correo, Diario de Navarra o La Gaceta de Salamanca) y autor de una docena de libros. Acaba de editar La tauromaquia según Rafael Azcona (Editorial Ochoa). Lo que el escritor y guionista Ben Hecht fue para directores de cine como Lubitsch, Wyler, Vidor, Howard Hawks o Hitchcock, lo ha sido Rafael Azcona para Berlanga, Saura, Ferreri, Olea, Forqué, Eceiza, Trueba y García Sánchez. El libro da cuenta de su faceta como gran aficionado a los toros, en estos momentos un tanto descreído. Varias de sus novelas y no pocas de sus películas tienen sumamente presente a la fiesta.
Pregunta. ¿El lector percibe a las primeras de cambio que Azcona ha sido un gran aficionado a los toros?
"Lo que dice sobre los toros afecta a la fiesta de ahora mismo. Existen los mismos ilusos, primos, ponedores, fantasiosos, enterados y tunantes"
"Detrás del aspecto cómico siempre existe una segunda intención, una moraleja social, una crítica,... Azcona no tira piedra que no tire a dar"
Respuesta. Azcona fue aficionado y vivió las capeas y los festivales de juventud con los toreros riojanos, participando con ellos. Se inspiró en toreros con personalidad para escribir poemas. Se hizo con la terminología taurina, que domina y aplica con oportunidad cuando habla o escribe.
P. ¿Los diálogos de sus películas tendrían la misma chispa en los momentos actuales del toreo?
R. La gracia o el punto ocurrente de Azcona es universal en lo taurino. Lo dicho en sus libros o diálogos sobre los toros afectan a las circunstancias de la fiesta ahora mismo. Existen los mismos ilusos, primos, ponedores, fantasiosos, enterados y tunantes. Y la fiesta sigue cojeando de las mismas patas.
P. ¿Ha visto muchas películas de Azcona para expurgar cuanto de toros había en ellas?
R. He visto la mayoría de sus películas y he releído todos sus libros, menos uno, su primera novela escrita en 1954 con el seudónimo de Jack O'Orelly, que se titula, Amor, sangre...y dólares. Es totalmente taurina. La conseguí cuando había terminado el libro y me merece una consideración especial.
P. ¿Cree que ha sabido ver mejor que otros esa parte trágica, pícara y, en cierta manera, cómica del planeta de los toros?
R. Ha sabido escribir mejor que nadie de cosas de toros en su línea. Para mí es uno de los mejores, no sólo como escritor de cine, sino como escritor en general. Ahí está su obra, reconocida por todos los que saben de cine y literatura como cartel de feria grande.
P. En sus diálogos con Azcona no deja paso a la nostalgia. ¿Quizá sus respuestas suenan por ello más verdaderas?
R. Rafael siempre contesta con verdad o calla. Todo lo que dice en el libro es espontáneo. Nada de respuestas elaboradas sobre preguntas preparadas. Nunca lleva la faena preparada.
P. Azcona le ve a usted un tanto optimista en relación con el toreo actual, mientras que él se siente muy pesimista. ¿Con el paso del tiempo llegará a ser tan descreído como él?
R. Azcona dice que los que vamos a peor somos nosotros, y las cosas y la vida van a mejor, en general. Pero analizo los años sesenta -del utrero desmochado y del fraude generalizado-, creado y fomentado en los años cuarenta y cincuenta, y veo que antes no era todo bueno, aunque ahora tampoco es lo que quisiéramos. Lo cierto es que muchas cosas degeneran o nunca pueden ser como fueron.
P. ¿Dados los diálogos de películas que inserta en el libro, podría decirse que la risa está tomada como una liberación del ser?
R. La risa es un goce económico y placentero, por el que nos distinguimos de otros animales. Es sana, alarga la vida, evita arrugas. Hay que practicarla, a poder ser, con uno mismo, ya que, en el fondo, somos una calamidad que merecemos toda suerte de ternuras. Hay que reírse mucho y evitar al que lo impide, si no es familia cercana o jefe.
P. ¿Cabe parangonar algunos de los poemas de tema taurino de Azcona con cualquiera de los poetas que por ahí presumen?
R. De poesía no sé ni una palabra, pero hay poemas de supuestos y presumidos vates que no me gustan; sin embargo, los de Azcona los leo a gusto. No puedo valorar, pero algunos que presumen de poetas me parecen cursis y hasta ridículos. Lo cierto es que Rafael reniega de su etapa de poeta. No quiere ni mencionarlo y dice que era muy malo y usaba el tema como evasión. Menos en lo taurino, creo yo.
P. ¿Hay un Quijote y un Sancho en Azcona relacionado con los toros, analítico y grave cuando conversa con usted e irónico cuando escribe para el cine?
R. Acopla la gravedad, ironía o seriedad al tema que trata. Una cosa es hablar de Manolete y Pepe Luis y otra de los enanitos toreros. Él habla del toreo con profundidad y documentación. Cuando trata el tema en el cine procura buscar el pasaje o la faena que vaya bien al toro -el guión- que lidia. Detrás del aspecto cómico siempre existe una segunda intención, una moraleja social, una crítica,... Azcona no tira piedra que no tire a dar. A su manera, con ironía se puede ser más crítico.
P. ¿Cuál sería su terna ideal, de toros y toreros?
R. Le he escuchado exaltar a Manolete, no porque toreara mejor o peor, sino por su personalidad atrayente y honradez a la hora de cumplir con el público, sea de plazas importantes o plazas de pueblo. También le han gustado mucho Pepe Luis Vázquez, Manuel Álvarez Andaluz, Julio Aparicio,... Más tarde Paco Camino, Dámaso González, y más cercanos en el tiempo El Cid o Sebastián Castella, entre otros. De esa lista podía sacarse un par de ternas. En cuanto a ganaderías, se decanta por Cebada Gago y Victorino Martín. Odia tanto los adornos y poses aflamencadas sin faena como el estilismo sin fundamento, además de la monotonía.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.