El decir de Séneca
En el francés Sebastián Castella volvió a demostrar que es el torero con más proyección de todos los matadores del escalafón. Los éxitos recientes en Pamplona, Vitoria y San Sebastián no han sido fruto de la casualidad. Castella está mandando. Su camino ha sido duro. Le han pegado en demasía los toros. Tiene su cuerpo grabado de cicatrices. Pero no tantas para que su ánimo se quebrante.
Cada camino necesita un caminante, que no se canse de ser hombre. Ayer puso de manifiesto una inquebrantable decisión. Las dos faenas suyas lo corroboran. En su primero, segundo de la tarde, realizó una faena llena de muletazos suaves, cadenciosos, en especial por el pitón izquierdo. Exhibió mucha torería. Lo que salía de sus manos llegaba con máxima templanza y buen gusto. Había en la plaza un torero con un empaque supremo.
Torrealta / Fandi, Castella, Jiménez
Toros de Torrealta, juego desigual, con poca fuerza. El Fandi: silencio y aplausos. Sebastián Castella: una oreja en cada toro. César Jiménez: silencio en los dos. Plaza de Vista Alegre, 21 de agosto. 3ª de feria. Dos tercios de entrada.
Además de eso, todo lo hizo con suma inteligencia, entendiendo cuándo debía dejar al toro descansar y cuándo tenía que volver a ponerlo en la muleta para que se encelara con ella.
En el otro toro demostró ser otra clase de torero. Hizo una faena de aguerrido diestro. Se pasó los pitones del toro a pocos centímetros de su cuerpo. El público vibró, pasó miedo y metafóricamente se echó en los brazos del torero. En ese toro apunté quedamente en el papel la advertencia de Séneca: "El valor está ávido de peligro". Amén.
El Fandi tuvo una actuación muy vulgar. Sólo destacó en las banderillas de su segundo toro de la tarde.
César Jiménez estuvo apático y sin gracia. En el sexto de la tarde quiso emular al francés pegándose un arrimón. Pero en la comparación salió muy mal librado. Tout à fait différent!
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