Blanca de cal, mirando al norte
Como mahonés pata negra quiero agradecer a Juan Cruz su aproximación a nuestras credenciales ciudadanas, (EL PAÍS, 13 de agosto de 2006) que no son otras que la tolerancia y el liberalismo laico y descreído, adobadas con un escepticismo socarrón, características en las que no es difícil rastrear rasgos genuinamente británicos, fruto de la singular historia de Mahón y su extraordinario puerto, y que quedan perfectamente resaltadas en el reportaje.
Aprovecho también para corregir algunos errores del texto como el de atribuir la presidencia del Fomento de Turismo a su secretario perpetuo, Emili de Balanzó, y los correspondientes al apellido de la campeona de tiro con onda y acreditada frutera, María Caimaris, y a los títulos de la última novela de Josep María Quintana, Els Nikolaidis, de Proa, un imprescindible fresco histórico de nuestro siglo XVIII y la influencia inglesa en la isla, o de la mía propia, más modesta, Los extravagantes Van Vosh, sobre los avatares de una familia menorquina de industriales zapateros, de la editorial madrileña Grand Guignol.
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