Paliza al mejor estilo NBA
La exuberancia del juego de España abruma a Panamá pese a la lesión de Navarro en un pie
Mundial sólo hay uno, pero categorías, dentro del que se juega en Japón, hay varias. España se ha ganado el billete para viajar en el primer vagón, muy lejos de bastantes equipos contra los que le toca competir y a los que está intimidando. Está adquiriendo un ascendente como el que sólo podían alcanzar algunas de las mejores selecciones de la antigua Yugoslavia y hasta de la NBA, Dream Team al margen, claro, que tampoco hay que exagerar. Hasta ahora ha ganado como y cuando ha querido. Si el primer día despachó a Nueva Zelanda en el tercer cuarto, de Panamá dio cuenta en apenas 15 minutos, los que le bastaron para abrir diferencias cercanas a los veinte puntos (28-11), menos de la mitad de los 44 con los que selló el marcador. Y eso a pesar de la ausencia por lesión de Felipe Reyes y de que Navarro apenas pudo jugar porque sufrió un problema en un pie. Ésas son las noticias negativas en un equipo que no pasa día sin que demuestre lo a gusto que se siente en la pista, el excelente encaje de sus piezas y su tremenda calidad.
PANAMÁ 57 - ESPAÑA 101
Panamá: Cota (2), Douglas (9), Hicks (7), Lloreda (9), Garcés (6) -cinco inicial-, Cárdenas (2), Peralta (3), Daley (5), Máximiliano Gómez (-), Levy (2), Dionisio Gómez (9) y García (3).
España: Calderón (5), Navarro (8), Jiménez (5), Garbajosa (10), Pau Gasol (26) -cinco inicial-, Fernández (21), Cabezas (1), Mumbrú (7), Sergio Rodríguez (2), Marc Gasol (1) y Berni Rodríguez (15).
Árbitros: Sudek (Eslovaquia), Chiti (Argentina) y Noujaim (Líbano). Excluyeron por faltas personales a Maximiliano Gómez (m. 40).
Unos 6.000 espectadores.
4º CUARTO 15-31
3º CUARTO 15-23
2º CUARTO 16-24
1º CUARTO 11-23
La zurra deslumbró hasta al seleccionador de Panamá, el argentino Guillermo Vecchio, que declaró: "Definitivamente, hemos jugado contra el mejor equipo del mundo. Está por encima de Argentina y Estados Unidos. Siendo argentino, me duele decirlo, pero es así. Juega muy suelto y seguro. Podría competir perfectamente en la NBA". La opinión de un técnico con amplia experiencia como Vecchio avala las magníficas sensaciones que transmite el equipo español. El panameño no atraviesa, desde luego, por su mejor momento. Había perdido también frente a Angola, pero posee varios jugadores como para dar algún quebradero de cabeza. No fue así.
Pau Gasol volvió a arrasar bajo los aros sin dejar decir esta boca es mía a un jugador de solvencia contrastada como Garcés. Garbajosa repitió la faena de aliño, muchas veces brillando en aspectos menos espectaculares pero tremendamente efectivos del juego. Rudy Fernández, un tanto impreciso en los lanzamientos el primer día, recuperó la puntería y, con ella, su mejor nivel.
Lo mejor es que España despunta además por un juego colectivo tan efectivo como vistoso. Sus jugadores se entienden a las mil maravillas y eso se traduce en una solidaridad que facilita el encaje, especialmente el de los que salen desde el banquillo. Rudy, Berni y Sergio Rodríguez fueron los que mejor se desenvolvieron. Da la sensación de que el base que la próxima temporada jugará con los Blazers de Portland le está ganando ligeramente el pulso a Cabezas en su competencia por convertirse en el primer recambio de Calderón. Hacía tiempo que un seleccionador español no daba tantos minutos a tres bases y algunos de los últimos sólo contaban con dos puros entre los doce convocados para cada torneo. Pepu Hernández incluso utilizó durante algunos minutos a dos aleros, Jiménez y Mumbrú, en la posición de cuatro en previsión de que el equipo pueda necesitarlos en ella por la lesión de Reyes.
La selección sumó 22 asistencias, un aspecto que habla a las claras del altruismo y sentido colectivo de sus componentes. El que un día está mal otro está bien sin que ello influya excesivamente en el rendimiento del grupo. Marc Gasol, notable ante Nueva Zelanda, acusó las tres faltas que sumó en apenas cinco minutos cuando se emparejó con Cárdenas, un veterano armario de Panamá, y Mumbrú no estuvo tan acertado en el tiro como el primer día y contabilizó dos aciertos en diez lanzamientos. Pero nadie baja los brazos ni se deprime. El engranaje funciona y los jugadores que un día están menos acertados al siguiente o incluso dentro de un mismo partido se superan. El síntoma no puede ser más saludable y esperanzador.
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