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Reportaje:Mundial de baloncesto 2006

Presente y futuro

Los jugadores españoles, los técnicos y los aficionados anhelan que llegue un partido de verdad

En un campeonato como éste y durante la primera fase hay que jugar siempre con el presente y el futuro. Sobre todo, si tienes resuelta la primera tarea: alcanzar los octavos de final. Dado que España la tiene más que superada, los análisis de todo lo que ocurre presentan la doble vertiente: lo que significan y lo que pueden significar.

España lleva dos partidos liquidados de la misma manera que los nueve de preparación. Como decía aquél, el que pueda que me siga. Y, por ahora, nadie ha podido. Su ritmo de juego resulta poderoso y su variedad de recursos convierte cualquier problema en algo hasta bienvenido, tal es la superioridad que muestra. Los contrarios se derriten cual helado en verano, incapaces de plantar resistencia a un colectivo que les obliga a mantener un alto poder ofensivo y una eficaz barrera defensiva, todo ello a gran velocidad y durante 40 minutos.

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Jugadores, técnicos y aficionados estamos ávidos de observar un encuentro de verdad antes de que la competición enfrente a los mejores. Los que juegan, para probarse; los técnicos, para sacar conclusiones más sólidas, y los aficionados, para poder disfrutar de todo lo que puede dar un buen partido.

El problema no es de España, pero este engranaje que une el hoy y el mañana puede terminar por convertirlo. El baloncesto es un juego de hábitos y el equipo hace mucho que no disputa un partido a cara de perro. Sin duda, llegará. Y el riesgo se cifra en que, si ocurre en la fase de no retorno, o sea en los cruces, el funcionamiento es una incógnita, pues no hay antecedentes. Dice Pepu Hernández que le gustaría que sus hombres fuesen capaces de superar adversidades. ¿Cómo prepararse para ello? ¿Cómo lograr un ensayo de garantías cuando los contrarios se diluyen como el azúcar?

En la misma clave hay que leer las dos únicas malas noticias que hemos recibido. Felipe Reyes y Juan Carlos Navarro tienen problemas físicos. Son dos nubarrones que hoy no amenazan, pero sí pueden convertirse en quebraderos de cabeza cuando todos se junten en Saitama para la fase final. Lo de Felipe es un contratiempo serio, pues es el único pívot de verdad que tenemos junto a Marc Gasol, quien, como se vio ayer, no tiene todavía suficiente consistencia para lo que se vislumbra en el camino. Esto obligará a utilizar a Carlos Jiménez de cuatro y dejará a Pau Gasol sin más recambio que su joven hermano.

Qué decir de una posible merma en la tarea de Navarro. Su valor como anotador, desestabilizador y pesadilla ajena es incalculable. Lo saben hasta sus compañeros, a los que les cambió el semblante cuando observaron en el descanso del partido de ayer que Navarro, generalmente risueño como pocos, no podía ocultar su desánimo ante las molestias en su tobillo. Uno por uno, fueron acercándose para preguntarle por su estado. Pau Gasol no era especialmente optimista y disimulaba a duras penas su preocupación. Y es que en Navarro no sólo hay puntos e imaginación, sino también tranquilidad y seguridad. La que traspasa a sus compañeros, que le conocen como nadie y saben lo que supone tenerle en los momentos comprometidos.

Afortunadamente, todavía el futuro se encuentra a una semana del presente, lo que inspira confianza en el caso de Navarro. Para Felipe, en cambio, el presente ya es pasado y, aunque pueda estar cuando España tenga que dar lo máximo, es probable que acuse su ausencia durante una semana.

No deja de ser curioso que los problemas que no dan los rivales lleguen por otras vías.

Rudy Fernández penetra a canasta. Tras él, Marc Gasol.
Rudy Fernández penetra a canasta. Tras él, Marc Gasol.EFE

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