La cagaste, princesita'
Al parecer, había otro nombre casi en firme, y es Xena, el de la heroína televisiva cuya serie es objeto de culto lésbico'
El sistema solar es como la mancheta de un periódico. Quitan y ponen planetas que es un primor. Eso ayuda mucho a resignarse, tanto en los periódicos como en las galaxias. Ya lo dijo Guttenberg -"Voy a pasar página"- y, siglos más tarde, lo confirmó Einstein. "Todo es relativo".
Lo que más me cuesta entender es que al tercer planeta de los nuevos lo bauticen en ciertos medios como "2003 UB313", aunque sea provisionalmente. Hay que tener mala leche provisional. Si no se les ocurría nada mejor, haberle hecho una oferta a Perales, que vuelve con un disco íntimo, Navegando en ti, que tiene toda la pinta de navegar imparablemente hacia todos. No me cabe duda de que el prolífico cantautor soriano, que siempre se cuestiona lo que tiene a su alrededor -"Me han contado que existe un paraíso", denunció e incluso cantó en una ocasión-, encontraría un epíteto más ingenioso que ese nombre de discoteca futurista bajo el que, de momento, conoceremos al último de los planetas. Al parecer, había otro nombre casi en firme, ya lo han dado por hecho algunos diarios, y es Xena, el de la espectacular heroína televisiva cuya serie es objeto de culto lésbico desaforado por su relación con la compañera Gabrielle. Sin embargo, parece que el Partido Popular Planetario ha puesto el grito en el éter y ha elevado una queja al Constitucional para que el Imperio Contraataque. Qué le vamos a hacer, son una peste.
Personalmente me da igual, he decidido que todo me dé lo mismo gracias al tratamiento intensivo al que me someten un par de anuncios que no dejan de salir por la tele: el de la cagaste, princesita, de una niña a la que una rana premia por secarse el culo con una toalla especial, y el (antitético del anterior) que defiende la república independiente de estar por casa, según una multinacional del mueble. Te planchan las neuronas como en El mensajero del miedo (la buena, la de Frankenheimer con Frank Sinatra y Laurence Harvey y Jessica Fletcher antes de pasarse al traje de chaqueta Burberrys), que te llaman por teléfono, te silban una de las sintonías de esos anuncios y entras en trance y vuelas el planeta, se llame como se llame. Especialmente hoy día que podemos hacerlo -volar planetas mientras no podemos volar en aviones por el planeta- con champú Hombros y Shoulders y un mechero. Y de eso no hacen anuncios, fíjate.
Algo similar debió de ocurrirle al presidente George W. Bush. A medianoche sonó el teléfono en su rancho de Crawford y una Lavadora de Cerebros, seguramente la madre de alguno de los soldados muertos en Irak, le susurró: "Tienes que leer a Camus, tienes que leer a Camus, tienes que leer a Camus", y él se arrojó en brazos de El extranjero, lo cual ha glosado tan divinamente bien la diosa de las columnistas Maureen Dowd, en The New York Times, que mejor me callo. Aunque ¿cómo es posible que alguien que hasta lo más fácil -un cuento infantil- tiene que leerlo cabeza abajo para entenderlo, haya podido comprender la narración de Camus y disfrutar de ella? ¿No será que el presidente priva en privado? O quizá ocurre que la Lavadora antes de telefonearle para recomendarle lecturas le acosa a llamadas del tipo: "Tienes que leer la etiqueta de Absolut y luego beberte el contenido de la botella, tienes que leer la etiqueta de Johnny Walker y luego beberte el contenido de la botella, tienes que...".
A lo peor es que el Amo del Planeta -de éste, de 2003 UB313 alias Xena y de todos los demás- pasa por una mala racha en su matrimonio. Ya saben que fue su mujer, antigua bibliotecaria, quien le enseñó a leer al revés. Y ahora va el tío y se rebela, y en lugar de cumplir maritalmente con Linda en la cama se pone a leer del derecho.
No me digan que algunos hombres no son mundialmente insoportables.
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