El físico inventor
Nació y estudió en Madrid. Hace 30 años se trasladó al País Vasco con su primera mujer, inglesa, donde tuvo a sus dos hijos. Siempre ha sido director general de alguna empresa, gracias a lo cual ha podido viajar durante décadas a lo largo y ancho del planeta. Su devoción por la ciencia es tal que no concibe las religiones. "No entiendo a mis congéneres cuando renuncian a su capacidad para pensar", señala. Su invento para que los ordenadores puedan leer la mirada está dando la vuelta al mundo. Ahora su nombre aparece en Internet escrito en ruso e incluso en tailandés.
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