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El Ayuntamiento de Marbella ignoró en la última década las inspecciones sanitarias en restaurantes

Los técnicos se limitaban a visitar los locales de hostelería para dar licencias de apertura

Javier Martín-Arroyo

Los restaurantes y bares de Marbella apenas tuvieron controles sanitarios durante, al menos, diez años. Los inspectores sanitarios municipales, en los que la Junta había delegado, se limitaron a realizar visitas para otorgar licencias de apertura, y dejaron de lado las inspecciones de oficio para comprobar periódicamente si los alimentos eran servidos en buen estado. "El Ayuntamiento archivaba por sistema en un cajón los expedientes de sanción a restaurantes y los inspectores recondujeron sus funciones a temas menores", afirma Fidel Fernández, vocal de Comercio de la comisión gestora.

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La comisión gestora, que dirige el municipio marbellí desde la disolución del Ayuntamiento por el encarcelamiento de la lacaldesa y varios ediles en la operación Malaya, ha documentado que una vez que un restaurante de Marbella obtenía la licencia de apertura tras la inspección sanitaria inicial, su manipulación de alimentos no era de nuevo revisada. Eso, según Fernández ha ocurrido al menos durante los últimos diez años. Y la ciudad supera el millar de restaurantes y bares.

"Como regla general no se sancionaba", reconoce con la boca pequeña José Manuel Martínez, que formó parte del primer equipo de cuatro inspectores sanitarios formado por el fallecido alcalde Jesús Gil. Tras comprobar que los expedientes susceptibles de generar el cierre de ciertos restaurantes y bares eran archivados sin consecuencias, el equipo de inspectores derivó sus funciones de vigilancia hacia los comedores de colegio y las 8.000 piscinas repartidas por toda la ciudad, entre otras labores.

Esta tendencia se rompió por primera vez el mes pasado, cuando la comisión gestora decretó el cierre cautelar durante una semana del céntrico restaurante La Venencia y dos establecimientos de la cadena La Pesquera debido a la falta de salubridad registrada tras las actas de inspección negativas.

"A partir de ahora buscamos un camino nuevo diseñado para tener mayor seguridad alimentaria y evitar posibles infecciones", anunció Fernández, que espera que a partir de ahora las inspecciones periódicas en restaurantes y bares tengan una frecuencia anual. El área de Sanidad pretende programar sin previo aviso unos controles periódicos en todos los locales, y romper así una tendencia que conllevaba un evidente riesgo para la salud de los comensales en la ciudad.

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De este modo, se ha comenzado a supervisar el almacenamiento y separación de los alimentos frescos de los productos ya cocinados, el estado del aire acondicionado, y detalles como que los alimentos no sean servidos al día siguiente de ser cocinados. Asimismo, se revisan permisos esenciales como que los responsables de cocina tengan los carnés necesarios de manipuladores de alimentos. "No queremos crear alarma, sólo garantizar la higiene de los alimentos", matizó Fernández. "La higiene debe transmitirse a través de la presentación de la comida y la obligación del empresario es asumir el control de calidad como un atributo fundamental del negocio", añadió.

A comienzos de los años noventa el equipo de inspectores de la Junta que tenía entonces encomendada la labor de vigilancia, comenzó a formar un equipo de inspectores sanitarios municipales para delegar esta vigilancia, que finalmente fue aparcada. "Poco a poco se produjo un distanciamiento de la Ley General de Sanidad. Una ley compleja, con mucha letra pequeña", confirmó uno de los inspectores. Desde entonces, los técnicos del SAS dedicaron su vigilancia a la lonja, el matadero y salas industriales como las panaderías.

Ahora la gestora quiere recuperar la colaboración con el Gobierno regional, que como en otras áreas, desapareció a medida que el enfrentamiento entre ambas instituciones se agriaba más. Manuel Bayona, director del distrito del SAS para la Costa del Sol, formado por ocho farmacéuticos y 13 veterinarios, enfatiza el nuevo impulso: "Es necesario reactivar la coordinación para mejorar la salud pública. Especialmente en Marbella, donde los nuevos negocios proliferan sin freno y su control siempre es complicado".

Clientes y trabajadores de un restaurante de Marbella.
Clientes y trabajadores de un restaurante de Marbella.PEPE SÁNCHEZ

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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