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Guerra en Oriente Próximo

El Ejército israelí mata a un niño en Gaza y a un dirigente islamista

Manifestaba ayer un oyente en una emisora de radio israelí que no comprendía cómo Dios había retirado el paraguas protector y permitido que unos 3.000 cohetes de Hezbolá hayan caído sobre el norte del Estado judío. "Cuando termine la guerra castigaremos a Dios", concluía el fanático su intervención.

Para continuar el castigo a los palestinos no es necesario que el conflicto con la milicia chií libanesa se calme. Un niño palestino murió anoche en el sur de Gaza durante un bombardeo de la aviación israelí. Y en Cisjordania, clausurada desde hace días, los soldados israelíes mataron a un dirigente de Yihad Islámica en Yenín. La víspera, en la franja mediterránea, la aviación hebrea acabó con la vida de una mujer de 50 años y sus dos hijos de 15 y 16 años mientras trataban de escapar de su casa ante el avance de los tanques en la ciudad de Rafah, junto a la frontera egipcia. También perecieron dos milicianos armados de Yihad Islámica.

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Se elevan ya a 17 las personas fallecidas en los últimos cuatro días en Rafah. Y suman 180 los muertos -la mitad de ellos civiles- desde que el soldado judío Gilad Shalit fuera capturado el 25 de junio por milicianos de Hamás en una base militar cercana a la franja. A partir de entonces Israel ha destrozado el territorio e impuesto un castigo colectivo a toda la población. No se salva nadie.

El presidente del Parlamento palestino, Abdel Aziz Dueik, fue detenido la noche del domingo en su domicilio de Ramala, capital de Cisjordania, y encarcelado en una prisión israelí. "Un acto de piratería", según el primer ministro, Ismali Haniya, que fue duramente criticado por la Liga Árabe. "Israel, con el secuestro de Dueik, ha traspasado todos los límites de la legislación internacional. Su Gobierno no tiene nada que ver con la democracia", afirmó el secretario general adjunto, Mohamed Sobeih.

Los presos, el tema central

A finales de junio, en una redada masiva, fueron detenidos 23 parlamentarios y ocho ministros del Ejecutivo de Hamás. Si la intención del Gobierno de Ehud Olmert es que sirvan de moneda de cambio para la devolución de Shalit, no lo tendrá fácil. Dueik declaró ayer desde la prisión a la cadena de televisión Al Yazira: "Ni yo ni mis hermanos diputados aceptaremos ser la alternativa a los prisioneros" que llevan décadas en los penales y que exige Hamás sean liberados a cambio del uniformado hebreo.

Es su principal demanda, que salgan a la calle algunos palestinos que llevan casi 30 años en prisión. El movimiento islamista no parece dispuesto a ceder en este punto. Porque en otro canje años atrás, el Gobierno de Benjamín Netanyahu excarceló a decenas de palestinos, activistas de poca monta, que habían sido detenidos semanas antes del intercambio.

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