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La Guardia Urbana de Barcelona, tolerante

La Guardia Urbana de Barcelona tiene competencia para sancionar a aquellos que incumplan las faltas reguladas en la ordenanza cívica. Sin embargo, este cuerpo policial actúa con total permisividad en lo que se refiere a la venta ambulante y el consumo de bebidas alcohólicas en los espacios públicos.

Según las cifras que maneja el Ayuntamiento, actualizadas el 31 de mayo, la policía interpuso 2.593 denuncias por consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública y 5.560 por la venta ambulante. Sin embargo, muchos comportamientos de este tipo quedan impunes y las sanciones no caen siempre sobre los más pecadores.

En torno a las dos de la madrugada del sábado, un centenar de jóvenes consumían litros de alcohol sentados en el pavimento de la plaza del Sol, en Gràcia. Como casi cada noche, cinco agentes de la Guardia Urbana acudieron a la plaza y ordenaron a la gente que desalojara el lugar para proceder a las labores de limpieza. Un grupo de jóvenes menorquines fueron abordados por un agente que les pidió la documentación. "Nos multan a nosotros porque somos pocos e inofensivos", se lamentaba uno de los chicos, impotente. En la plaza, decenas de grupos ruidosos que consumían botellas y litronas de alcohol de más graduación ni siquiera fueron advertidos.

Esa misma noche, La Rambla aparecía poblada por decenas de vendedores ambulantes de cerveza que se confundían en el mar de turistas que a aquellas horas desfilaban por la céntrica calle. Los vendedores ofrecían la mercancía a un precio imbatible: un euro la lata. Algunos policías apostados en los márgenes de La Rambla contemplaban la venta ilegal sin intervenir. Muy cerca, en la plaza del Macba, se vio otra escena insólita. Dos agentes observaban impertérritos a decenas de jóvenes que ocupaban la escalinata del museo consumiendo bebidas alcohólicas.

Quejas vecinales

Los vecinos de estos puntos son los que más sufren las consecuencias del botellón. El ruido y un paisaje formado por botellas vacías y bolsas de plástico irritan a los ciudadanos. "Cuando llamo a la Guardia Urbana para quejarme, me dicen que no es su competencia y que llame a los Mossos. Ellos me dicen que llame a la Urbana, y al final no viene nadie", denuncia Neus Yuste, una vecina que vive muy cerca del parque de Joan Miró.

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Joana, que tiene un piso alquilado cerca de la plaza de Rius i Taulet, en Gràcia, lamenta "la inoperancia policial ante el botellón de los fines de semana" y asegura: "Dormir aquí en verano es imposible."

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