Los sindicatos de Iberia optan por aplazar hasta septiembre las asambleas para rebajar la tensión
El preacuerdo cerrado a última hora del jueves entre Iberia y los representantes sindicales del personal de tierra de la empresa no sirvió para tranquilizar plenamente a toda la plantilla, que ayer volvió a ocupar a primera hora de la mañana sus puestos bajo la vigilancia de la Guardia Civil. Los sindicatos y la compañía optaron por posponer hasta septiembre las negociaciones para que en este intervalo de tiempo se calmen los ánimos.
Las seis personas que participaron en las conversaciones con Iberia trasladaron ayer por la mañana al resto de delegados del comité de empresa los detalles del preacuerdo. "Hay una postura unitaria entre todos los sindicatos", subrayó el portavoz de UGT en Iberia, Omar Minguillón, al término de la reunión del comité. "No queremos enturbiar más la situación. Los trabajadores nos hemos comprometido a no movilizarnos más porque Iberia dice que quiere solventar el problema, pero la actitud es de cautela", añadió. El comité mostró sus reservas a la espera de que la aerolínea ponga en marcha los puntos acordados, de forma que "se concrete" el número de trabajadores que puedan beneficiarse de las prejubilaciones y de las bajas incentivadas. Los sindicatos valoraron que hasta el momento la compañía no contempla aplicar sanciones a sus trabajadores.
Las adjudicaciones del concurso de handling no sólo han llevado el malestar a los trabajadores de Iberia. Empleados de Eurohandling, una unión temporal de empresas (UTE) formada por FCC y Air Europa, explicaron ayer que la plantilla también "está nerviosa". Esta compañía perdió igualmente el servicio de tierra. Aunque las dos empresas que forman Eurohandling han ganado el concurso por separado y bajo otro nombre, los empleados no han recibido ninguna explicación sobre cuál será su futuro a partir de octubre, cuando finalice la concesión la UTE.
Una semana después de la revuelta del personal de tierra de Iberia, el aeropuerto funcionaba ayer con aparente normalidad: las 939 operaciones de aterrizaje y despegue previstas se realizaron sin demasiados retrasos, nadie dormía por los rincones, el suelo de las terminales estaba limpio, la basura no rebosaba en las papeleras y las pintadas con improperios contra Iberia se habían borrado. Sin embargo, entre el bullicio de personas que arrastraban maletas aún había un gran número de usuarios que, afectados por la huelga salvaje, intentaban solventar los problemas que les ha acarreado la protesta.
Los mostradores de Iberia eran los únicos donde aún se formaban colas de clientes con vuelos cancelados, retrasados o con maletas perdidas. AENA y los puntos de atención de la Oficina de Turismo de la Generalitat en el aeropuerto seguían repartiendo hojas de reclamaciones.
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