"A una isla desierta me llevaría una pelota, claro"
Cesc Fàbregas (Arenys de mar, Barcelona, 1987) responde al patrón del crack. ¿Qué se llevaría a una isla desierta? "Una pelota, claro". Lo primero es lo primero. Luego quizá también un libro y un CD, y a lo mejor un DVD. "Mejor una conexión a Internet".
Todavía no ha cumplido las dos décadas y ya ha jugado una final de la Champions League (como director de orquesta del Arsenal ante el Barcelona) y un Mundial con la selección. Su actuación en Alemania ha dado esperanzas al futuro del combinado nacional. Los grandes equipos de Europa se lo rifan, como el Real Madrid, sin ir más lejos. Él está encantado entre la afición gunner del norte de Londres, donde es un icono mediático. Le llaman Ab Fab, Absolutely Fabregas, donde fab también quiere decir fabulous (fabuloso).
Entre los vándalos
Cesc prefiere las historias reales. Una de las últimas que ha leído es el reportaje Diario de un skin. El periodista que se oculta bajo el nombre de Antonio Salas cuenta cómo viven los grupos de skinheads y cómo algunos están relacionados con la política y con el fútbol.
"Es la historia de un reportero que se infiltra en grupos de seguidores radicales. Me interesó porque es un reportaje muy arriesgado", recuerda. "En Highbury (el estadio donde juega el Arsenal) no he visto skins. Quizá los hay en otros campos, aunque tampoco puedo asegurarlo". Evita las afirmaciones tajantes y es mesurado en cada respuesta. Ante la disyuntiva entre novela y reportaje, tira un caño: "Me gusta leer en general".
Ignora quién es Nick Hornby y de qué trata Fever pitch (Fiebre en las gradas). Hornby es para el Arsenal algo parecido a lo que Javier Marías es para el Real Madrid y Manuel Vázquez Montalbán era para el Barcelona. "¿Ah, sí? ¿Cómo es el nombre? Pues voy a leerlo". Fever pitch retrata el quehacer de un gunner, un fanático seguidor del Arsenal, capaz de dejar a su novia por ver un partido.
El propio Hornby ha calificado a Cesc como una de las tres mejores promesas mundiales del fútbol junto a Wayne Rooney y Leonel Messi. ¿Es la afición inglesa más fervorosa que la española? "No. Bueno, quizá animan un poco más". ¿Como para animar cantando todo el partido, como dicen que hacen los aficionados del Liverpool, con You'll never walk alone? "Bueno, sólo la cantan al principio".
Cesc concede la entrevista hace unas semanas. Acaba de volver del Mundial. Ya se sabe que la final la van a jugar Italia y Francia, donde juega su compañero de equipo Thierry Henry, el purasangre que se alimenta de los pases de Cesc para encañonar a los porteros. El joven centrocampista llamó a Henry para darle ánimos, aunque al final el equipo francés se estrelló contra la muralla transalpina.
Está de vacaciones con su madre, y como la familia quiere disfrutar de su compañía, le apremian para que acabe la conversación cuanto antes. "¡Las gambas! ¡Que se enfrían! ¡Venga!", le urge alguien. El test veraniego lo termina apresurado. A la joya del Arsenal le gusta el mismo cine y la misma música que a cualquier otro muchacho de su edad. Su CD predilecto es Taller in more ways, de Sugababes, un trío de veinteañeras británicas que mezclan pop, soul y rythm & blues. "Me gustan las canciones, pero sobre todo los videoclips, que son espectaculares. No es porque canten en inglés; escucho de todo, El Canto del Loco, por ejemplo".
Apocalipsis glacial
Para la opción del DVD reservaría El día de mañana, de Roland Emmerich, especialista en cine megalómano. La cinta recrea las consecuencias de un cambio climático súbito.
El nivel del mar sube unos metros y decenas de ciudades quedan inundadas en todo el mundo. "La ambientación es impresionante. El guión se basa en estudios sobre lo que podría suceder. De hecho, me gustan sobre todo las historias que se basan en hechos reales".
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