La ola perfecta y la muerte del artista
Portugal en agosto y con dinero... ¿Baden Baden? Pues depende. Para algunos sí, desde luego. Para otros...
Dos ciudades pequeñas, la surfista Ericeira, 50 kilómetros al norte de Lisboa; y Montemor-o-Velho, cerca de Coimbra, son un buen ejemplo de cómo encarar el verano de maneras muy distintas: ecologista, vigorosa y refrescante la de Ericeira; vanguardista, inquietante y descarnada la de Montemor.
La culpa es, en parte, del Citemor, que está de vuelta a la villa de Montemor-o-Velho hasta el 12 de agosto. La 28ª edición de un festival tan moderno que este año ha reunido entre otros a la cantante y autora de performances Laurie Anderson y al dramaturgo y director argentino Rodrigo García, tiene esta vez un plato fuerte, tan fuerte que es muy difícil de etiquetar.
¿Arte? ¿Morbo puro? ¿Genialidad? ¿Un simple 'Gran Hermano' con moribundo? Difícil responder...
Se titula A Morte do Artista y consiste en esto: un artista (designado simplemente como A.) ha reunido a creadores y actores con los que ha colaborado a lo largo de su carrera para realizar su último proyecto artístico.
Tras recibir la noticia de que le quedaba poco tiempo de vida, A. desafió a un grupo de personas a encerrarse en una casa con él y realizar una "residencia artística". El punto de partida es esa reunión en torno a alguien que vive sus últimos días. El final será... Imposible decirlo.
¿Arte? ¿Morbo puro? ¿Genialidad? ¿Reivindicación de la buena muerte? ¿Un simple Gran Hermano con moribundo? Difícil responder... El caso es que la experiencia, que sobre el papel recuerda a aquella tristísima y maravillosa escena de Las comedias bárbaras, va a discurrir en una casa no especificada de Montemor-o-Velho a partir de hoy mismo, 1 de Agosto, y puede ser acompañada en el blog www.amortedoartista.blogspot.com, que promete emitir textos y vídeos realizados en directo por A. El blog, afirman en Citemor, será el único puente abierto entre el interior de la casa y el mundo exterior.
Así que quizá sea mejor hablar de olas, neoprenos y tablas de surf, que es una forma de pasar agosto bastante menos claustrofóbica. Esa es la especialidad de Ericeira, vieja y bella ciudad fenicia, antes paraíso de la pesca y hoy paraíso del surf en Portugal.
La histórica villa de pescadores es ahora un alegre hervidero de cuerpos lozanos que se meten en el agua disfrazados, con unas tablas en las manos y cuando viene bien la cosa se ponen a andar de pie sobre las aguas.
Descubierta por los pioneros estadounidenses y australianos que en los años sesenta vinieron a buscar aquí la ola perfecta, Ericeira se ha dejado seducir y colonizar poco a poco por estos sanos pirados que no temen al océano. Hasta que uno de esos gringos vio el filón en el horizonte y plantó una pequeña fábrica de planchas, la Semente Surfboards.
Pronto se corrió la bola y fue todo rodado: se creó la Federación Portuguesa de Surf, nacieron bares, restaurantes, discotecas, clubes, chiringuitos, tiendas, nuevas generaciones de surferos y surferas, escuelas, equipos, en 1989 llegó el campeonato del Mundo y Ericeira se fue reconvirtiendo hacia la nueva industria,
Hoy, Ericeira es una especie de "todo incluido" del surf y otros deportes marítimos y terrestres: bodyboard, skimboard, windsurf, pesca, buceo, vela, jetski, esquí acuático, voley playa, frisby, papagayos, rappel, slide, escalada... Ufff. Casi dan ganas de irse a Montemor.
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