Yo organizo mi funeral
Las asesorías para organizar rituales fúnebres se convierten en negocios en alza en EE UU
La inimitable Chavela Vargas cuenta en sus memorias que una vez se pasó toda una noche velando a un muerto con varios amigos y muchos tequilas. Cuando por fin llegó el momento de enterrarlo, se encaminaron en comitiva hasta el cementerio y al llegar a la fosa se dieron cuenta de que se habían dejado el cadáver en casa. El México de Chavela tiene una tradición milenaria de celebraciones festivas con las que honrar la partida de este mundo, de las que no están exentos excesos como los que ella narraba en su libro Y si quieres saber de mi pasado. Pero en el EE UU del siglo XXI sería improbable que alguien se olvidara del cadáver, porque cada vez con más frecuencia es el muerto quien organiza y paga su última y personalizada despedida.
La última moda es irse con originalidad de este mundo. El ritual fúnebre se convierte en todo un acontecimiento social exquisitamente preparado
Una empresa ofrece preparar 'el último adiós' de la misma forma que se organiza una boda, se compra una casa o se elige una universidad
Los rituales fúnebres se están conviertiendo en un acontecimiento social exquisita y milimétricamente preparado. La última moda es irse de este mundo con originalidad. Cada vez más empresas se ocupan de organizar eventos de todo tipo que transformen el antaño triste acto de morirse en una fiesta marcada por el toque único del que se ha ido. En una sociedad donde es habitual contratar asistentes de vestuario, asesores gastronómicos o entrenadores personales para mejorar los abdominales, ¿por qué no acudir a un planificador de funerales para preparar el propio y convertirlo en una experiencia inolvidable?
"Nos estamos convirtiendo en organizadores de eventos" afirma en The New York Times Ron Hast, editor de los diarios Mortuary Management y Funeral Monitor. "Podemos hacer lo mismo que quienes organizan fiestas", dice Bob Biggins, presidente de la Asociación Nacional de Funerarias, quien se queja de nuevos competidores que entran en su mercado. Entre ellos hay gente como Mark Duffey, quien el pasado año creó Everest Funeral Package, que define como el primer servicio de asesoría funeraria . "A la generación de los baby boomers les gusta tenerlo todo bajo control, desde la comida hasta los discursos y el tipo de servicio, y éste es un ámbito en el que los consumidores sienten que carecen de control", explicaba en el mismo diario.
Cuando más nos necesitas
Por el nada módico precio de 995 dólares al mes, su empresa ofrece, según dice su página web, "la posibilidad de preparar el último paso de tu vida de la misma forma que se escoge una universidad, se prepara una boda, se compra una casa o se hacen planes para la jubilación. Es similar a otras agencias de servicios, como las de asistencia en carretera o el seguro médico. Everest te da la tranquilidad de saber que estamos aquí cuando más nos necesitas".
En un país que entierra anualmente a dos millones de personas, y donde existen 22.000 funerarias -generando 13.000 millones de dólares en el proceso-, la tendencia a organizar actos más festivos para despedirse de los que se van también ha estado propiciada por una nueva costumbre: la cremación. En algunas partes de la Costa Oeste, el 70% de las familias escoge cremar a sus muertos. Si el cadáver no está de cuerpo presente, la gente se siente más libre para convertir el funeral en una fiesta. Y es que quienes buscan los servicios de empresas como Everest quieren que ese último acontecimiento social sea el reflejo de sus vidas y sus gustos. Una familia organizó el funeral junto al hoyo de golf donde su padre acudía cada domingo, ya que aquel lugar era como su iglesia. Pusieron a la gente en fila y les dieron pelotas y palos de golf, como hubiera hecho su padre. Otra persona que contrató esos servicios antes de morir pidió que sus cenizas fueran esparcidas por su carretera favorita mientras sus amigos la recorrían en motos Harley-Davidson.
Pero incluso con cadáver de por medio es posible crear buena atmósfera. Un vendedor de helados de Massachusetts pidió que su cortejo estuviera encabezado por su camioneta y que se repartieran helados tras la ceremonia.
La funeraria de la serie Seis metros bajo tierra se ha quedado vieja. Y la prueba es que ya se está preparando un piloto de televisión de la novela The funeral planner, escrita por Lynn Isenberg, quien tiene su propia empresa de planificación de funerales. Entre las peticiones más estrambóticas que ha recibido destaca el montaje de una fiesta disco en lo alto de una montaña o preparar una película con actores y guión original sobre la vida de Jack Susser, un hombre de 57 años que le pagó 75.000 dólares para que sus nietos pudieran recordarle cuando muera. Susser sigue vivo y está tan orgulloso de su vídeo que piensa utilizarlo en su 60º cumpleaños. Y esto parece sólo el principio. Según Isenberg, el futuro es obvio: "Llegará el día en que nuestros famosos aparecerán en nuestros funerales para ensalzar el servicio".
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