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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Pensar en medio de la política

Daniel Innerarity

Nos encontramos ante un libro singular: una reflexión escrita por alguien que, al mismo tiempo, ha ejercido una concreta responsabilidad política. Me gustaría destacar inicialmente este aspecto porque no es habitual. No se trata de un libro de un académico ni tampoco de esas típicas memorias de político en las que se demuestra que uno siempre tuvo razón. Joschka Fischer se ha caracterizado por ser un político que piensa, no sólo además de hacer política sino en medio de la política, alguien para quien la tarea política no solamente ha de ser compatible con un ejercicio paralelo de la reflexión, sino que es imposible llevarla a cabo bien sin una actitud reflexiva. Y ésta me parece ser una de las principales aportaciones de toda su trayectoria política, de lo que este libro es una muestra entre otras: la convicción de que hacer política hoy requiere pensar más y moverse menos.

EL RETORNO DE LA HISTORIA. La renovación de Occidente

Joschka Fischer

Traducción de Gonzalo García, Francesc Fernández

y Carlos Gancedo

Espasa. Madrid, 2006

328 páginas. 22,90 euros

Hay que haber comprendido bien la naturaleza de los problemas que tenemos antes de lanzarse a solucionarlos. Porque detrás de muchas malas políticas no hay otra cosa que conceptos equivocados. Por eso la política está hoy especialmente obligada a introducir espacios de reflexión. De entrada, no parece ésta una actitud propia de la mayor parte de los actores políticos, dominados por una agitación superficial y especialmente sometidos a la dictadura de lo inmediato. Pero en el fondo todos sabemos que con el activismo no se combate la perplejidad, sólo se disimula. Nunca vamos tan rápidos como cuando no sabemos adónde vamos. Por eso una de las tareas de toda crítica política es criticar esa falsa movilidad, desenmascarar aquellas formas de seudoactividad cuya aceleración y firmeza se deben precisamente a que no se tiene ni idea de lo que pasa. Puede que en otras épocas pensar fuera una pérdida de tiempo; en la nuestra -cuando no podemos contar con la estabilidad de marcos y conceptos, ni confiar cómodamente en las prácticas acreditadas- pensar es un ahorro de tiempo, un modo radical de actuar sobre la realidad.

El retorno de la historia es precisamente un libro que documenta todo un proceso de reflexión llevada a cabo en medio de una actividad política especialmente intensa. Uno tiene la impresión de que Joschka Fischer es un político que ha estado siempre aprendiendo, que se ha preguntado continuamente si su concepción de la realidad y los instrumentos que tenía a su disposición para actuar sobre ella eran aptos y estaban a la altura de las nuevas circunstancias. Y me atrevería a concretar ese aprendizaje en tres aspectos.

En primer lugar, una nueva

manera de pensar y practicar la radicalidad en política, que no tiene por qué ser lo contrario del principio de realidad. ¿Por qué va a ser una postura política tanto más radical y transformadora cuando más desconoce de qué va la cosa? Por eso cabe decir que la mejor utopía comienza por una buena descripción de la realidad. Una de las cosas que pueden aprenderse de Hegel es que proporciona más satisfacciones aprender de la realidad que adoctrinarla. Pero la realidad no es lo fáctico ni se reduce a lo actualmente posible. También pertenecen a la realidad sus posibilidades y sus imposibilidades provisionales, su indeterminación y apertura. Una buena descripción de la realidad puede ser una de las mejores transformaciones que cabe llevar a cabo de esa realidad y, en cualquier caso, el comienzo adecuado para toda política que pretenda abrir nuevos espacios o ensayar configuraciones inéditas. En este sentido, su crítica a la tesis acerca del fin de la historia equivale a una declaración de que el futuro todavía puede sorprendernos. La política es civilizar el futuro, frente a su monopolización ideológica o a la inercia institucional, que tratan de reducir el futuro a una mera continuación del presente.

El segundo de esos ámbitos de innovación que se encuentran en este libro de Joschka Fischer es su concepción de Europa como un ideal cuya fuerza innovadora tal vez no acabemos de ponderar adecuadamente, quizás una de las pocas utopías políticas concretas en las que valga la pena comprometerse. En su célebre discurso del año 2000 en la Universidad Humboldt de Berlín, Fischer apelaba a tomar nota del agotamiento del "método Monnet" y a renovar la ambición federalista de los fundadores, lo que suponía pasar de un enfoque de integración funcionalista al objetivo de configurar una comunidad política, algo que según nuestra tradición democrática exigía un proceso constitucional. La actual crisis de este proyecto pone de manifiesto las dificultades que tenemos de pensar una comunidad política plurinacional, de imaginar algo nuevo y distinto de los esquemas con los que hemos diseñado los Estados nacionales.

El tercer grupo de reflexio-

nes que en este libro ocupa un lugar central es el orden internacional y los nuevos conflictos. Como político audaz, Joschka Fischer ha contribuido a revisar como pocos algunos de los lugares comunes que nos resultaban más cómodos y paralizantes, y a entender verdaderamente qué está pasando en el mundo, cuál es la naturaleza de las nuevas guerras y cómo hemos de pensar la seguridad en este nuevo contexto. Su postura respecto del conflicto de Kosovo o su idea de que la seguridad no es un asunto que haya de ser monopolizado por los clásicos guardianes del orden le valieron en su momento algunas críticas, pero el tiempo ha mostrado que aquellos aciertos eran consecuencias de una reflexión profunda sobre las nuevas realidades. Quien haya seguido su trayectoria y quien lea estas páginas acabará teniendo la sospecha de que Joschka Fischer va a darnos todavía mucho que pensar.

Traducción de News Clips.

Ataque a las Torres Gemelas de Nueva York en 2001, visto desde el puente de Brooklyn.
Ataque a las Torres Gemelas de Nueva York en 2001, visto desde el puente de Brooklyn.NATIONAL GEOGRAPHIC CHANNEL

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