No es sólo una cuestión de vaqueros
Una juez española ordena regresar a cuatro niños a Israel con su padre
María Amor González no aguantó la presión que se vive en Israel. Hace año y medio cogió a sus cuatro hijos, de entre 14 y 8 años, y se los llevó a Avilés, donde nació y aún tiene a la familia. Los menores y su madre llevaban ocho años viviendo en Israel con su marido, un judío ultraortodoxo con el que se casó en 1988 en Miami. Confiaba en que la justicia española le ayudaría, pero no ha sido así.
La titular del juzgado de violencia de género de Avilés, el número 5, ha dictado un auto que obliga a devolver a los niños a Israel, país en situación de guerra. Ya han muerto 40 personas por cohetes de Hezbolá.
El juicio vendrá después. La juez apela a un convenio internacional de devolución de menores y recuerda que la madre se los llevó de Israel de manera irregular. María Amor y su abogada señalan que ese convenio tiene una excepción: el riesgo "físico o psíquico" para los niños.
La madre se queja: "Su padre, judío ortodoxo, no deja a la niña ni siquiera ponerse pantalones"
María Amor está desesperada. "Me dicen que primero los entregue y luego vamos a juicio. Pero es que, aunque me den la razón dentro de un tiempo, a esos niños sería imposible sacarlos de Israel. Ellos quieren quedarse aquí, sobre todo la mayor. Su padre no le deja ni siquiera ponerse pantalones".
"Yo tengo muchos amigos en Israel, es gente maravillosa", explica esta mujer, "pero hay personas con una mentalidad muy extrema, como mi esposo y su familia. Y quiere educar a sus hijos en esa vía. Yo luché toda mi vida para que puedan elegir qué ropa ponerse, qué comer. Allí era imposible. Mi hija soñaba con vestir vaqueros o ir a un colegio mixto, ahora lo tiene".
María Amor se hizo judía cuando estaba embarazada de cinco meses de esa niña, la mayor, en Miami. Pero su esposo, cuenta, se fue radicalizando poco a poco hasta que decidió que debían marcharse a vivir a Israel, a Gan Yavne, cerca de Tel Aviv. Ella admite que nunca se adaptó: "La gente allí es muy dura. Soportan que sus hijos vayan al colegio con máscara de gas, pero para mí era una locura. Una vez nos desalojaron del supermercado tan rápido que me separaron de mis niños. Mis amigos decían: 'Te tienes que acostumbrar', pero no pude, vivía en una angustia permanente".
Sostiene que sus hijos se han adaptado perfectamente a Avilés. Allí cuenta con el apoyo del Ayuntamiento, cuyo Centro Asesor de la Mujer está moviendo cielo y tierra para evitar que los niños sean enviados a Israel. Sin embargo, la situación judicial es complicada. La ejecución del auto ya fue recurrida sin éxito, aunque aún está pendiente una petición de nulidad de actuaciones. La abogada confía en que se la darán, porque cree que no se puede tomar una decisión así sin que haya habido juicio.
El padre, un comerciante acomodado, según su mujer, ha venido en dos ocasiones a España para presentarse ante la justicia y reclamar a sus hijos. En uno de los escritos que ha presentado acusa a la madre de obligarles a vivir en un lugar donde son los únicos judíos, no hay sinagoga, ni se encuentra comida kosher, por lo que no pueden seguir su religión. En España ha habido casos similares con países como EE UU en que los jueces han mandado devolver a los niños, pero también otros con menores musulmanes de países del Magreb, y la justicia dio la razón a sus familiares españoles.
La madre sostiene que los niños tienen miedo del padre. "Salí de Israel pensando que se había acabado el martirio. Nada más llegar lo denuncié todo a la policía, confiaba en la justicia española. Mi hija mayor tiene derecho a vivir. Allí en un par de años su padre la va a casar con un hombre como él, porque las mujeres no pintan nada para los ultraortodoxos", se desespera.
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