_
_
_
_
_
DESDE MI SILLÍN | TOUR 2006 | Decimonovena etapa
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El sueño

Siempre hay una primera vez, incluso para lo que puede parecer imposible. Ayer por fin llegó la hora de la verdad, alguien ganaría el Tour por vez primera.

Es difícil explicar lo que puede significar para un ciclista ganar un Tour. No es que sea un imposible, sino que es casi una utopía. Ni en sus mejores sueños se lo hubiese imaginado Floyd Landis. Quizá alguna vez lo hubiese soñado; quizá cuando dejó de ser gregario de su compatriota Lance Armstrong buscando alas propias, quizá entonces, pero siempre como un sueño secreto, contado con la boca pequeña si es que alguna vez se atrevió a contarlo. Sí, soñar es gratis -y bueno además- pero la realidad cuesta. Ganar un Tour es ser el elegido de entre los elegidos, y todos sabemos que es casi imposible que ese seas tú.

Más información
El gregario de Armstrong

Estaba claro que el primer sorprendido en ganar este año sería el mismo ganador. Y esto hubiese sido así incluso sin las traumáticas expulsiones de los días previos -léase Operación Puerto-, excepción hecha de Ullrich, que era el único que ya sabía lo que era llevar el amarillo en París. Pero igual de claro estaba que alguien tenía que ganar.

Pereiro ha acariciado ese sueño, demasiado bonito para ser cierto. La vida le ha dado esa oportunidad y él la ha sabido aprovechar hasta el final. Parece haberla disfrutado, sin duda, pero le quedará un pequeño amargor de haberlo tenido tan tan cerca. En el ciclismo se dice que a veces es mejor hacer tercero que segundo. Al tercero le han ganado dos, pero el segundo a veces lo ha tenido demasiado cerca como para poder disfrutar de ese segundo sin que le venga en mente lo que podía haber sido y no fue. De todas maneras, en el recuerdo quedará que ha luchado por ello hasta el final. Y seguro que incluso los más escépticos dudaron cuando en las primeras referencias se situaba por delante del americano. Se agarró al sueño con fuerza, pero se le soltaron las manos. Hombre, por supuesto que no cambiará el segundo por el tercero -yo tampoco lo haría- pero es que eso de estar ahí tan cerca del primero tiene que ser...

En fin, que esto ya se ha terminado, lo que es también una pena, qué quieren que les diga. Hacía años que no se disfrutaba de un espectáculo de este calibre, y el que diga lo contrario o es que no ve, o no quiere ver. Ha ganado Landis, es verdad, pero quien de verdad ha ganado ha sido el ciclismo. Un deporte en entredicho, también cierto, pero un espectáculo superlativo, de eso no hay ninguna duda.

Floyd Landis, érase un hombre a una sonrisa pegado.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_