Tomadura de pelo
El mismo día que se aprobaba la multimillonaria inversión para desarrollar los planes de ordenación del territorio (POT) en la Costa del Sol, oriental y occidental, y la aportación de 100 millones para los gastos ordinarios del Ayuntamiento de Marbella, el líder del PP, Javier Arenas, declaraba que dichos millones para la gestión municipal eran una tomadura de pelo, olvidando que días antes él mismo había pedido esta cantidad. Ahora quiere 200 millones y pasado mañana la luna. Javier Arenas, recordando lo escrito por Francisco Romacho, se supera a sí mismo. Ya no se sabe si creerle cuando abre la boca, pero como siga por este disparadero, ni siquiera los suyos, donde ya empieza a tener contestación, van a confiar. Los regates en corto a que nos tiene acostumbrados Arenas no muestran más que la escasa solidez y peso político de una marioneta.
El peor problema de un político es que la ciudadanía pierda confianza en él y lo vea como un chichirigabis que, como veleta, cambia de parecer y opiniones según le vaya el viento. Últimamente veo a Arenas como los hombres azules del desierto que levantan el dedo, siempre de la mano derecha, para ver por donde les llega el aire, pero cuando se ha perdido la brújula, ni tan siquiera ello vale para orientarse. Nos espera un verano de aúpa porque las declaraciones se amontonarán sobre la mesa y habrá peleas para tener un lugar al sol (en la primeras páginas o abriendo un informativo). Arenas tiene previsto recorrer casi toda Andalucía como un zahorí buscando las bolsas del voto. Pero cuando se leen declaraciones como las que hizo Gómez Angulo, que bien conoce el paño, de que ahora Arenas lo tiene más difícil que hace dos legislaturas, hay que pensar que los vates y oráculos del líder pepero, o sea Beneroso y compañía, y quienes desde los altares mediáticos le abren los caminos insondables del futuro, intentarán que Arenas deje, por ejemplo, de andar crispado, con la ceja derecha arqueada en signo de cabreo supino y vuelva a ser el ciudadano Arenas, sobrenombrado como campeón.
Escribiendo de Arenas se me olvidaba lo importante. Después de años y años, tras no se sabe cuantos informes y estudios, bailes de promesas, anclados en la impotencia, llega la generala Concha Gutiérrez y con sus capitanes (el más laureado y también puteado, Vicente Granados) le pone en bandeja al presidente Chaves que cumpla su compromiso y promesa de hacer una Costa del Sol de más calidad, más sostenible y con decidida apuesta por el bien colectivo y solidario. La cofradía de los alcaldes, la mayoría socialistas, tienen ya sobre su mesa el documento por el que pueden pasar a la historia como quienes fueron capaces de salvar esta zona turística. Algunos de estos alcaldes, Antonio Barrientos incluido, tienen la oportunidad de reencontrarse y recuperar el compromiso social que tiene en su nómina y lo que es mejor, en su pensamiento. Se ponen los pelos como escarpias de alegría pensando que el 65% del territorio costero de Málaga está defendido y que quienes gozan de diseminados fuera de normativa legal, tengan que verse obligados a tener y mantener alguna actividad agrícola.
Juan Antonio Roca celebraba sus increíbles pelotazos con Petrus de 2.000 euros y champán Don Perignon, insultando de esta forma al pueblo de Marbella. Ahora, con el Plan de Ordenación del Territorio de la Costa Sol aprobado, que será ejemplo para otras zonas turísticas, si no con Petrus, es momento para celebrar algo que parecía imposible de conseguir.
Si además, y en apenas con 24 horas de diferencia el consejero de Turismo, Paulino Plata, se reúne con empresarios y les explica, de primera mano, el plan de excelencia para la Costa del Sol, con más de 5.000 millones bajo el brazo, está claro que Arenas y sus muchachos (Sanz y Zoido) están cada vez más fuera de juego, por mucho que venga el duro espíritu de la derecha, personificado en Esperanza Aguirre, a echar una manita en Marbella. Cuando Plata terminó de comprometerse con la Costa del Sol, un conocido empresario, serio y riguroso, dijo: "Nos interesa como alcalde". Hablaba de Marbella, la ciudad que recibirá, como primera ayuda, cien millones de euros, con el llanto y crujir de dientes de Arenas.
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