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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Terremoto en el 'calcio'

Una sentencia judicial durísima, no por esperada menos dramática, acaba de sacudir el fútbol italiano. El Juventus de Turín, vecchia signora del calcio y uno de los clubes con más prestigio de Europa, descenderá a la Segunda División e iniciará la competición con 30 puntos negativos; al Fiorentina y al Lazio también se les arroja al infierno de la División inferior, con 12 y 7 puntos menos respectivamente; el Milan de Berlusconi, aunque no desciende, queda castigado con 15 puntos negativos y la prohibición de competir en Europa. A la Juve se le retiran los dos últimos títulos de Liga, por si se hubieran conseguido mediante métodos sucios. Los clubes pagan con estas penas su intervención, directa e intensa en el caso del Juventus, en una red fraudulenta para comprar partidos, designar árbitros parciales y amenazar a directivos de los equipos competidores.

Las consecuencias de este castigo ejemplar sobre el fútbol italiano serán dolorosas. Primero, porque la investigación judicial desvela que una parte importante de la competición italiana estaba fundada en métodos corruptos y antideportivos. Después, porque el descenso de los tres equipos se traducirá probablemente en una caída del negocio futbolístico, puesto que Juventus, Fiore y Lazio tienen más capacidad de captación de espectadores y, por lo tanto, de ingresos que sus obligados sustitutos. Por último, buena parte de las figuras futbolísticas que juegan en Turín o en Milán emigrarán a otros equipos europeos y el calcio quedará descapitalizado de una parte de los talentos que convertían la Liga italiana en una de las más rentables de Europa.

Pero la ruina económica y deportiva puede ser el menor de los males si la sentencia, además, provoca una fractura social y política en Italia. En el plazo legal para presentar los recursos correspondientes se avecina una campaña intensa de presiones para que las sanciones no se cumplan o se reduzcan sustancialmente. Sería un error atenderlas. Porque aunque de la sentencia del juez Cesare Ruperto se derive un castigo severo para las aficiones, que no tienen arte ni parte en la maraña de delitos organizada por los directivos, los socios y las instituciones deben prestar atención a la calidad de los gestores que dirigen los clubes. Si la sentencia se aplica con rigor, contribuirá a elevar la credibilidad del fútbol italiano y sentará un precedente muy útil para otros campeonatos.

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