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El 'tsunami' del Índico generó más de 10.000 millones en donativos para ayuda humanitaria

El tsunami que afectó a numerosos países del océano Índico en la Navidad de 2004 puso de relieve los desequilibrios de la ayuda humanitaria y la necesidad de poner en marcha nuevos mecanismos de coordinación, según un estudio presentado ayer en Londres y Ginebra por la llamada Tsunami Evaluation Coalition (TEC). La campaña de solidaridad permitió recaudar más de 10.000 millones de euros en donativos, cuando para otras crisis importantes en el mismo año apenas se reunieron 50 millones.

El TEC es un organismo independiente puesto en marcha en febrero de 2005 para evaluar la efectividad de las operaciones humanitarias en el mundo. Los autores del informe destacan el trato desigual que recibieron dos desastres humanitarios ocurridos ese mismo año. El gigantesco maremoto del 26 de diciembre de 2004 frente a la costa occidental al norte de la isla de Sumatra (Indonesia) provocó 227.000 muertos y dejó sin hogar a 1,9 millones de personas en diversos países, desde Indonesia y Malaisia en el sureste asiático hasta Bangladesh, Sri Lanka, las islas Maldivas en el Índico; Yemen en la península Arábiga y Somalia, Kenia y Tanzania, en la costa africana.

5.600 euros por persona

Las inundaciones sufridas ese mismo año por Bangladesh produjeron menos muertos, pero destruyeron 1,2 millones de hogares y afectaron a 36 millones de personas. Mientras el tsunami, que provocó una gran conmoción en los medios de todo el mundo, generó unas donaciones humanitarias de 10.600 millones de euros, las inundaciones de Bangladesh sólo recogieron 52 millones de euros. Mientras a los afectados del tsunami les correspondió una ayuda de 5.600 euros por persona, la proporcionada a los afectados por las inundaciones de Bangladesh se redujo a 2,4 euros por persona. Para la sequía que el año pasado asoló Somalia se recaudaron 91 millones de euros, a razón de 83 euros por afectado.

El informe, cuyo objetivo es mejorar la calidad de las respuestas a los desastres naturales y evaluar la actuación de los donantes y de los países afectados, concluye con cuatro grandes recomendaciones. La primera es que la comunidad humanitaria internacional necesita "una reorientación fundamental del suministro de ayuda para apoyar y facilitar las prioridades que fije la propia comunidad que recibe la ayuda". Asimismo, hay que mejorar la capacidad de respuesta y "los vínculos y la coherencia" entre los participantes en las operaciones de ayuda y entre ellos y otros organismos. En tercer lugar, los sistemas de ayuda internacionales "deberían establecer un sistema de acreditación y certificación que permita distinguir entre las agencias que trabajan con estándares profesionales". Por último, "todos los participantes deberían hacer que el actual sistema sea imparcial y más eficiente, flexible y transparente".

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