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Los accidentes laborales

Un desplome en Alcobendas mata a dos obreros

Los fallecidos quedaron atrapados entre dos losas de hormigón que cedieron en el apuntalamiento de la tercera planta

"Apenas les quedaban diez metros cuadrados por pulir de hormigón cuando el edificio ha cedido y se ha empezado a derrumbar de izquierda a derecha como si se tratara de un dominó". Así lo relató Iván con nerviosismo y cierta ansiedad a las cinco y media de la tarde, una hora después de que se produjera el derrumbe que acabó con la vida de dos compañeros suyos. Las víctimas fueron el español Plácido Oviedo Peláez, de 44 años, y el polaco Robert Tomart Wrona, de 32. Ambos trabajaban en la construcción de este edificio de oficinas en Alcobendas desde hace un año

. La obra la estaba realizando la constructora Eralan y los fallecidos habían sido subcontratados por la empresa Rinol Rocland, especializada en pulir pavimentos de resina y hormigón.

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El derrumbe, que se produjo por causas no determinadas, ocurrió sobre las 16.10 en las obras de construcción de un complejo de oficinas de 40.000 metros cuadrados, en el kilómetro 3,500 de la carretera M-603 (Alcobendas-Fuencarral). En el momento del suceso, había ocho personas trabajando en el suelo de la cuarta y última planta. Uno de ellos bombeaba el hormigón, mientras que el resto trabajaba en el pulido del cemento. Cuando el piso se vino abajo, seis de los obreros saltaron hacia la derecha produciéndose heridas de carácter leve. Los dos restantes no pudieron escapar y quedaron atrapados entre dos losas, según informó el director financiero de Rinol, Emilio Oñate. "Menos mal que saltaron hacia la derecha que si no, caen también a los escombros", explicó un trabajador testigo del suceso.

Un total de 17 personas trabajaba en el edificio de cuatro plantas en el momento del desplome. Un error en el apuntalamiento de las vigas del penúltimo piso pudo ser la causa del derrumbe, según informó el concejal de Seguridad Ciudadana de Alcobendas, Luis Cortijo.

Faltaban dos

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Los obreros salieron corriendo y empezaron a observar quién faltaba. La angustia iba en aumento: faltaban dos compañeros, Plácido y Robert. Algo iba mal. Algunos les habían visto correr hacia la salida, pero no estaban fuera del amasijo de hierros, hormigón y barras en que quedó esa parte de la obra. Los malos presagios hacían pensar en lo peor.

"Oímos un ruido espantoso de metales y cuando salimos a ver lo ocurrido, vimos a dos obreros completamente tapados por el polvo, huyendo a todo correr", explicaron dos trabajadores de la obra que en el momento del derrumbe estaban a unos 30 metros del siniestro. En su cara se reflejaba la tensión y el dolor vividos. Aún tenían el semblante serio y preocupado cuando vieron que faltaban Plácido y Robert.

"Todo ha sido muy rápido. Hemos oído un ruido metálico que iba en aumento. Crac, crac, crac. Cada vez más rápido hasta que ha venido un estruendo ensordecedor. Parecía que se venía abajo el mundo. Después ha habido una enorme polvareda y no se veía prácticamente nada", explicó el trabajador de una empresa próxima al accidente. Estaba a punto de llorar al ver el panorama desolador que había ante él.

Llamadas sin respuesta

Minutos después, acudieron las 12 dotaciones de bomberos de la Comunidad de Madrid, con 46 efectivos, y seis ambulancias del Summa que fueron al rescate, según un portavoz de Emergencias 112. Una de las primeras opciones de los rescatadores fue llamar a sus teléfonos móviles. Uno de ellos estaba apagado o fuera de cobertura y el otro sí dio tonos. Pero nadie respondió.

Ante la posibilidad de rescatarlos con vida, acudió al lugar un helicóptero medicalizado del Summa 061 que no tuvo que actuar, según informó el consejero de Justicia e Interior, Alfredo Prada Presa, que tras visitar la zona del siniestro calificó la vista como "dantesca". El consejero desconocía ayer las causas del accidente y señaló que "las tareas de rescate fueron muy complicadas".

Cuando el oficial de bomberos accedió junto con un médico del Summa pasadas las seis de la tarde, pudieron comprobar que los desaparecidos habían muerto. Ninguno respondió a los gritos del sanitario. No fue necesaria la intervención de los perros policías que se desplazaron al lugar.

Los siete trabajadores que resultaron heridos leves con fracturas y contusiones fueron trasladados en ambulancias del Summa al servicio de urgencias del hospital La Paz, en la capital. El peor parado fue Ángel P., de 41 años, que sufrió heridas en un ojo a causa del cemento que le salpicó en la cara. También se fracturó una mano y tenía erosiones cutáneas y contusiones.

Las familias de los fallecidos, residentes en Guadalajara y Alcalá de Henares, fueron avisadas. A la entrada de la obra, se instaló un hospital de campaña atendido por especialistas de la Cruz Roja en atención psicológica y por facultativos del Summa.

El rescate de los cadáveres fue muy complicado. Los bomberos desplegaron bombas neumáticas para abrir hueco y llegar hasta el lugar del siniestro. Se trataba de una tarea lenta y complicada ya que había que asegurar la zona para evitar derrumbamientos y que los bomberos quedaran atrapados. Sobre la medianoche de ayer, continuaban estas tareas.

El director financiero de Rinol aseguró que "todos sus trabajadores están en plantilla y son experimentados". Rinol es una empresa recién absorbida por la multinacional Morgan & Stanley.

Bomberos con perros, ante el lugar donde se produjo el derrumbe.
Bomberos con perros, ante el lugar donde se produjo el derrumbe.ULY MARTÍN

Profesionales experimentados

El dolor llegó a las siete de la tarde al municipio alcarreño de Villanueva de la Torre (5.664 vecinos). Allí vivía uno de los fallecidos, Plácido Oviedo Peláez, de 44 años. "Los psicólogos de la Cruz Roja han estado con nosotros para tranquilizarnos y darnos ánimo", comentó María Jesús, la cuñada del fallecido.

Nacido en el municipio leonés de Labaña, Plácido Oviedo decidió abandonar su población natal y probar suerte en la capital. Primero se instaló en Alcalá de Henares, pero después optó por una casa más cómoda en Villanueva.

Estaba casado y tenía tres hijos de 11, tres y un año y medio. "Era muy buen profesional y muy experimentado. Llevaba en eso del pulido de hormigones más de 15 años. Había alcanzado la categoría de oficial de primera", añadió su cuñada.

Había sido contratado por su actual empresa hace unos cinco años, según sus allegados. "Era una bellísima persona, muy trabajadora, muy hogareña y ante todo muy buen marido", comentó su cuñada, que también destacó que no tenía ningún vicio y que su única obsesión era ganar dinero para sacar adelante a su familia. "Ha sido muy duro porque nos hemos enterado por la televisión de que se había producido un accidente en una obra de Madrid. De repente, han dicho su nombre, cuando nosotros no sabíamos nada del tema", explicó María Jesús.

A las 20.30 estaban a la espera de que el forense les confirmara la muerte, ya que aún no había sido recuperado el cadáver. "La familia está destrozada por la noticia, porque nunca te esperas un golpe así de fuerte", concluyó María Jesús.

La policía tuvo más dificultades para localizar a la familia del otro fallecido, Robert Tomart Wrona, de 32 años. Éste residía, según fuentes del caso, en la calle de Ronda, en Alcalá de Henares. Según las primeras investigaciones, había venido de su país de origen, Polonia, y no tenía ningún familiar cercano en España.

Los cadáveres fueron trasladados al Instituto Anatómico Forense, donde hoy se les practicarán las autopsias.

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