Don Felipe alaba el esfuerzo de los empresarios españoles en China
La potencia asiática recibe con honores de Estado a los Príncipes
El príncipe Felipe elogió ayer a los españoles que trabajan para salir adelante "en uno de los mercados más complejos y competitivos del mundo" al iniciar una visita a China acompañado de su esposa, doña Leticia, que viene a reforzar el despliegue diplomático que España proyecta desde hace un año hacia la potencia asiática. Las autoridades chinas han correspondido a este esfuerzo con una acogida excepcional que da a la estancia del heredero un carácter de Estado acorde con la actual fase creciente de las relaciones chino-españolas.
La agenda del Príncipe va mucho más allá del objetivo central de la visita, inaugurar la sede del Instituto Cervantes
Sólo la decisión de la Audiencia Nacional de admitir a trámite una querella de simpatizantes del movimiento Falun Gong contra la república popular puede enturbiar el marco, casi idílico. José Pedro Sebastián de Erice, embajador de España en Pekín, reconoce que el asunto "preocupa" a las autoridades de los dos países, pero entiende que los chinos están decididos a ver las cosas positivamente. Prueba de ello, razona el embajador, es lo mucho que se han esforzado para que este viaje de los Príncipes de Asturias sea un éxito. Está por ver si, a medida que avance el caso, atenderán las razones sobre la independencia de la justicia española.
La visita de los Príncipes responde a una invitación que el presidente chino, Hu Jintao, les hizo personalmente cuando le recibieron en una escala técnica en Canarias, en 2004. Pero se encuadra en la intensificación de contactos derivada del viaje del presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero, a Pekín, hace ahora exactamente un año, y de la firma del acuerdo bilateral de asociación estratégica, el pasado 14 de noviembre, durante la estancia de Hu en Madrid.
Seis giras ministeriales españolas a China, de los responsables de Economía, Industria y Comercio, Fomento, Cultura y Asuntos Exteriores, dos a nivel de secretario de Estado y otras dos de sendas delegaciones parlamentarias expresan ese proceso, con una intensidad que no encuentra parangón en la legislatura precedente.
Los Reyes tienen previsto viajar a China a lo largo del próximo año, y, entretanto, los Príncipes de Asturias serán recibidos el viernes en el Palacio del Pueblo de Pekín con honores de jefe de Estado, para completar una agenda que va mucho más allá del objetivo central de su visita: inaugurar la primera sede del Instituto Cervantes.
Don Felipe, que viaja acompañado por el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y ayer condenó los atentados de Bombay, se reunirá en la capital con el vicepresidente, Zeng Quinhong, que le ofrecerá un banquete oficial, y con el primer ministro, Wen Jibao, en ausencia del presidente, Hu Jintao, que estará en San Petersburgo, asistiendo a la cumbre del G-8. También cenará en Pekín con el ministro de Comercio, Bo Xilai, y los directivos de las 25 mayores empresas chinas interesadas en invertir en España, tras haber inaugurado en Shanghai un Foro de Inversiones en el que 111 empresarios españoles celebrarán 700 entrevistas con 400 colegas chinos para explorar negocios.
El aspecto económico domina una vez más el programa de este viaje, ya que, pese a los esfuerzos políticos realizados y a los 500 millones de euros dispuestos por Comercio para promover las empresas y productos españoles en China, el déficit hispano-chino aumenta sin cesar. Alcanzaba los 7.000 millones de dólares en 2004, y hoy supera los 10.000 millones, según fuentes diplomáticas españolas, que no ven en este dato un fracaso, sino la consecuencia natural de que la república popular, con un crecimiento anual sostenido superior al 9% desde hace una década, haya desplazado a Japón en los mercados internacionales, colocándose como tercera potencia comercial del mundo, tras Estados Unidos y Alemania. En términos de producto interior bruto (PIB), sigue siendo, sin embargo, la cuarta, dado que Japón mantiene su segundo puesto entre los otros dos países citados.
China exporta a España mucho textil (casi 1.000 millones de euros en 2005), pero también sumas igualmente relevantes de equipos informáticos y de telecomunicaciones, de climatizadores y electrodomésticos. España tiene 350 empresas en este país, frente a 1.200 de Italia, 1.600 de Francia o 1.850 de Alemania. En su mayoría son de tamaño mediano, y esa misma dimensión dominará hoy el Foro de Inversiones de Shanghai, la capital económica que refleja el desarrollismo chino de un modo apabullante.
Los grandes grupos, empezando por Telefónica, que adquirió hace un año el 5% de la segunda operadora china; por Acciona, en la energía eólica, y por Balfour, en los ferrocarriles, se interesan cada vez más por un mercado en el que el BBVA está a punto de introducirse como banco de inversiones. También Inditex ha iniciado su andadura, con producción y tiendas de Zara en Pekín y Shanghai, ampliando un panorama empresarial español dominado hasta ahora por la fabricación de componentes de automóvil y el transporte.
El principio de "una sola China", frente a Taiwán, que España ha apoyado invariablemente, y el deseo de Pekín de estrechar lazos con la UE y de ser homologada plenamente como economía de mercado siguen resumiendo los intereses políticos que movieron a Hu Jintao a dar a España un trato estratégico reservado hasta ahora a países con vínculos económicos mucho más sólidos, como Reino Unido, Francia, Alemania y Canadá.
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