Irritable amargura
Hace poco más de un año se estrenó en España Garden state, película estadounidense dirigida por Zach Braff que venía con la vitola de ser la mejor cinta americana de corte independiente de la temporada. En ella se trataba el clásico tema del regreso al pueblo desde la gran ciudad de un joven que, tras reencontrarse con el ambiente que mamó durante casi toda su vida y de sufrir una serie de encuentros con los personajes más estrambóticos, sufre un proceso de reorganización existencial que le cambiará para siempre. Un año después llega a la cartelera española Junebug, premio especial del jurado en Sundance en 2005 que, además de venir avalada por el mismo calificativo de gran descubrimiento independiente, trata exactamente de lo mismo. Eso sí, tanto su forma como sus resultados están por debajo de la notable película de Braff.
JUNEBUG
Dirección: Phil Morrison. Intérpretes: Embeth Davidtz, Amy Adams, Alessandro Nivola, Frank Hoyt. Género: drama. EE UU, 2005. Duración: 105 minutos.
Phil Morrison, su director, se aplica en acompañar las excentricidades de sus protagonistas de una presunta originalidad formal que para este cronista anda cerca del desaliño. No hay presentación de personajes. Los encuadres están lejos de la elegancia. El ritmo secuencial es tan abrupto como inexplicable para la historia. Se utiliza la música clásica como banda sonora que ni resalta ni contrasta con las imágenes a las que acompaña. El personaje que une a todos los protagonistas casi nunca está presente, lo que resta credibilidad a las situaciones. En definitiva, resulta francamente difícil introducirse en una trama que se supone presidida por el choque cultural entre cierta gente de ciudad y el ciudadano del pueblo. Es, sin embargo, en el último acto cuando la tragedia acude al rescate de una película francamente extraña, que acaba mucho mejor de lo que empieza y que, finalmente, deja un regusto más de amargura que de irritación.