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Reportaje:MÚSICA

Primero oír, luego pagar

Internet reduce gastos en promoción y distribución - Los artistas noveles cuelgan su música gratuitamente o con licencia CopyLeft, esperando que la difusión les acarre actuaciones en directo - Frente al anglosajón MySpace, los galos abren el portal Wat.tv y los latinos, Elhood.com

Del precio del kilo de tomates, al agricultor le llega como mucho el 20%; del precio del disco al artista va el 7%.

Cuando bajan aún más los precios, el agricultor prefiere dejar que las patatas se pudran en el campo o regalar la fruta en la Puerta del Sol; para lo que van a recibir, los nuevos artistas prefieren poner gratis su música en Internet. El objetivo es que se escuche como sea, que así, tal vez, le contratarán actuaciones y, quién sabe, quizá hasta ofertas para grabar discos.

Internet es un altavoz gratuito, donde cualquiera puede hacerse leer, oír o ver. En su misma facilidad estriba la dificultad: cómo sobresalir entre la vorágine que es Internet. Así surgen portales musicales donde encontrarse los aficionados a los mismos artistas o a las mismas inquietudes musicales.

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Millones y millones de canciones se pueden escuchar en Internet gratis y legalmente. En ocasiones, los artistas noveles las colocan sin ninguna cortapisa, en otros se acogen a la licencia copyleft. Gestionan directamente los derechos de su creación intelectual y fijar los precios en función de su valoración o del destino de su obra.

De todos modos, las fórmulas son variadas y originales. El todo gratis es el más extremo, pero también hay otras más comprometidas, como la de Artistshare.net, donde el visitante adelanta su dinero para que el artista grabe discos. También se ofrecen grabaciones únicas y material muy singular que, por los medios tradicionales, nunca hubieran sido rentables comercializar.

El sitio más popular es MySpace.com. Existen otros menos multitudinarios, pero quizá más específicos como PureVolume.com y TagWorld, siempre anglosajones. Para contrarrestar este dominio ahora, casi a la vez, se estrena en Francia el portal Wat.tv, dirigido a la creación gala, y en Miami y Madrid Elhood.com para un público y unos artistas hispanos. Todos tienen en común que buscan promocionar gratuitamente a los músicos y vivir de la publicidad que pueda atraer las visitas.

En algunos de estos casos el sistema de promoción es el streaming, audición de la música, pero sin capacidad para grabarla en el ordenador y, por tanto, repicarla en otros aparatos. De cualquier modo, son sistemas baratos de difusión, muy diferentes del sistema clásico de la industria discográfica.

Antes se decía que la recaudación en las giras musicales no compensaban los gastos de organización, pero servían para vender más discos; ahora se da la situación diametralmente opuesta, los discos (la música en red) sirven para animar a que la gente vaya a ver al grupo en directo. Por eso, las actuaciones musicales (junto al teatro) son los únicos aspectos que han mejorado en la industria español del ocio, según el anuario recientemente presentado por la Sociedad General de Autores (SGAE).

En medio de este panorama de cambios y movimientos, nadie se atreve a predecir cómo será la industria discográfica dentro de cinco años, pero sí todos están de acuerdo en que no será igual que la de hoy.

De momento, la recaudación por la compra de música en red empieza a tener cierta importancia (7% en el último año en todo el mundo); aunque se duda que la venta por canción sea el sistema de éxito. Los expertos se inclinan por una tarifa plana para que el consumidor se baje (por supuesto, de Internet) lo que desee. Para llegar a ese ideal será necesario un acuerdo global entre discográficas, operadoras y distribuidores, algo que, hoy por hoy, parece imposible.

Cansados de recibir 20 céntimos por kilo de naranjas, la familia Aparici las puso a la venta en en Internet en 2003. Tardaron en llegar los clientes, pero hoy NaranjasLola.com gana por kilo el triple, y vende 200.000 kilos. A continuación toman la palabra algunos de los muchos grupos musicales españoles que confían en la Red para difundir su música. A la mayoría les gustaría vivir de ella y, de entrada, lanzan su obra a Internet para que, por lo menos, se oiga.

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