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A LA PARRILLA
Columna
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Franquicias

Cuatro estrenó Queer as folk la misma semana que Antena 3 también decidió apostar por copias de series exitosas. Mientras la norteamericana Queer as folk imita con una fidelidad casi contractual el original inglés del mismo nombre producido a finales de siglo pasado, Rebelde (Antena 3) añade erotismo mexicanizado a los contenidos de la argentina Rebelde Way (Cuatro) y La fea más bella (Antena 3) deshonra el encanto de los diálogos pirotécnicos de su modelo colombiano. Todas estas series sobre jóvenes y adolescentes certifican que la educación sentimental de los clásicos ha sido arrasada por la urgencia de un aprendizaje sexual convertido en una especie de bricolaje de los sentidos. La versión de QAF estrenada el viernes, coherentemente patrocinada por una conocida marca de preservativos, tiene un presupuesto y una espectacularidad que buscan el atajo visual entre un argumento teóricamente transgresor (los líos de un grupo de amigos homosexuales en trepidantes noches) y las necesidades de un marco televisivo que, gracias a series de este tipo, va asumiendo que la ficción gay es una realidad doméstica más. Sus valores de normalización no la eximirán de ser mínimamente interesante para sobrevivir en las parrillas competitivas. En este sentido, el estreno de QAF apunta en la dirección de buscar mercados cualitativamente fieles aunque cuantitativamente más reducidos. La versión norteamericana añade cierta sentimentalidad allí donde no la había, pero la mejora visualmente y es fiel al realismo desacomplejado del original, con diálogos muy explícitos. "¿Siempre duele?", le pregunta un chico menor de edad a su depredador amante. Y el donjuán de discoteca, más sospechoso de ir dopado que algunos de los ciclistas que no podrán participar en el Tour 2006, le responde: "Un poco, pero es parte del morbo". Si no lo entiendo mal, para que el placer sea total, es necesario un poco de dolor. O sea: como les ocurre a los espectadores con la televisión.

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