Verano empieza por "be"
Por "be" de birrioso. Y es que no ha podido comenzar con más agua. Pero al fin y al cabo verano es y se merece la bienvenida, que también empieza por "be" de lectura, porque los libros, tanto o más que las bicicletas, son para el verano. De modo que les invito a un libro que aún no se ha escrito. La acción transcurre muy cerca de esta ciudad que alcanza su apogeo en la época estival y que algunos consideran la Perla del Cantábrico. Decía que la acción transcurre en Irún y posee todos los ingredientes del género negro. Unos desconocidos fuerzan los precintos policiales y asaltan un bar que se llama Faisán. ¿Por qué lo hacen? Desde luego, seguramente no para llevarse las cuatro perras gordas que había en la caja. ¿Habrían corrido tantos riesgos para no llevarse además siete botellas de whisky de la mejor marca y unas sartas de chorizo de Salamanca? No, debe de haber algo más, se dice el comisario Matute mientras toma café con don Gato. Porque da la casualidad de que el bar en cuestión era presuntamente el lugar donde se efectuaban determinadas transacciones relacionadas con las tramas de extorsión de los terroristas de ETA. ¿Qué secreto encerraba el bar Faisán una vez fuera registrado y precintado por la policía para que mereciera la visita de unos desconocidos que forzaron unos barrotes para entrar? ¿Tal vez más documentos comprometedores ocultos en algún escondrijo o zulo que la policía pasó por alto? ¿Se trataría quizás de una acción realizada por unos mitómanos que necesitaban tomarse un cubata en el lugar donde se habían cometido presuntamente crímenes odiosos?
El comisario Matute frunce el ceño y el libro se cierra sobre una incógnita y el siempre molesto e irritante continuará. Pero, a fin de que no decaiga el verano, hay quien se ha mostrado dispuesto a convertir el misterio del bar Faisán en un culebrón. A tal efecto sacaron del arcón frigorífico la momia de Arzalluz para que despotricara contra todo lo habido y por haber, siempre que tuviera que ver con la odiada Madrid y sus Constituciones. Porque Arzalluz está en guerra con el general Espartero desde la noche de los tiempos y, así, salió como quien dice de su tumba para desatar una noche de Walpurgis de órdago a la grande, porque lo de Walpurgis será alemán pero el órdago es muy nuestro. ¿Y a qué se debía el cabreo del inefable Arzalluz? ¿Tenía que ver acaso con el repudio de la red mafiosa del bar Faisán? No, sino a que el comisario Matute y don Gato le interrogaran acerca de un amigo suyo que al parecer andaba envuelto en el robo del halcón maltés; a menos que estuviera relacionado con el sueño eterno, ése por el que algunos hombres de empresa estaban dispuestos a pagar en efectivo sin preguntarse nada acerca de las consecuencias de su acto. Y así, poco a poco, la historia del bar Faisán se iba convirtiendo en rumba o habanera. Quizás en tango, con tanto bandido arrabalero y tufillo a celda de prisión.
De modo que el verano empezaba con "be" de borrasca y se huracanó luego. Porque sobrevolando todo eso, y como enmarcándalo, se producía un baile de isobaras que unos tomaban por bajas presiones y otros por altas: el presidente Zapatero suscitaba un zapateado más frenético que el de Sarasate con su declaración de apertura del diálogo con ETA. Primero, porque en vez de llamarlo diálogo hubiera debido buscar un término más neutro y menos relacionado con el vocabulario táctico de ETA. Segundo, porque reconocer el derecho a decidir de los vascos suponía sancionar una de las reivindicaciones del nacionalismo en su conjunto y sonaba a concesión antes de haberse sentado a la mesa, lo que dejaba en el aire la sospecha de que en la mesa no se negociará nada porque se habrá pactado antes algo. Tercero, porque no han desaparecido la violencia y la extorsión, que Batasuna no condenará porque dice que no condena nada (¡las hemerotecas se han muerto de risa!).
No basta con que Zapatero diga lo que es, que es donde se le puede seguir, sino que tiene que demostrar que también lo parece.
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