Por tierra, mar o aire...
Las pruebas de Selectividad llegan a su fin y el próximo curso tendremos una nueva hornada de estudiantes en nuestro campus universitario. Entre esta multitud, un gran porcentaje habrá decidido cursar estudios científicos y/o tecnológicos con el fin, quizá, de dedicarse a la ciencia y ganarse la vida con su labor investigadora. Ellos y ellas son, sin duda, el futuro potencial científico e intelectual de este país.Supongo que, durante el proceso de preinscripción universitaria, los centros de enseñanza media han asesorado a estas mentes vírgenes y les han informado debidamente sobre el estado actual del científico en España y sus posibles salidas profesionales. Si no ha sido así, permítanme ponerles al corriente.
En este país hay en la actualidad un numeroso colectivo de jóvenes científicos españoles que, después de haber cursado una carrera de cinco años, haber realizado un doctorado de entre cuatro y seis años, haberse desvinculado de la Universidad española mediante un contrato de investigación posdoctoral en el extranjero durante un periodo no inferior a tres años y haberse reincorporado posteriormente al sistema universitario nacional mediante alguna beca, todavía no tienen un contrato laboral permanente. Si uno hace cuentas, estamos hablando de personas altamente cualificadas, con un historial científico envidiable, que rozan los 40 y que, sin embargo, todavía no tienen un futuro laboral claro en este país.
La trayectoria científico-académica que acabo de describir contiene los mínimos requisitos que se exigen para poder tener el sello de calidad del Estado (habilitación) o de alguna agencia de calidad de la investigación (acreditación) para poder acceder al cuerpo de Profesores Titulares de Universidad. En cualquiera de los dos casos, ni la habilitación ni la acreditación aseguran un puesto de trabajo permanente; son requisitos necesarios, pero no suficientes.
Espero que, con estos antecedentes, aquellos jóvenes que pretendan embarcarse en una carrera científica en este país reconsideren antes su decisión. El coste de oportunidad puede ser muy alto, porque en España, hoy por hoy, las posibles salidas del joven investigador siguen siendo tres: por tierra, mar o aire.
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