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23 municipios de Barcelona crean servicios para mediar en conflictos entre ciudadanos

La Diputación destina 870.000 euros a la contratación de mediadores sociales

La conciliación ciudadana despierta el interés de los ayuntamientos catalanes. Tras la experiencia pionera en España de Sant Pere de Ribes (Garraf), que creó este servicio de mediación hace tres años para evitar que los conficltos que se producen en la convivencia diaria lleguen a más, un puñado de municipios ha hecho lo propio en los últimos meses. La Diputación de Barcelona ha emprendido un programa de apoyo a los ayuntamientos, para ayudarles a desplegar servicios de mediación, que son gratuitos y confidenciales. Durante este año, 23 municipios, entre ellos Martorell, Mataró, Badalona, Terrassa, Viladecans y Vic, contratarán a un total de 60 mediadores.

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El plan de la Diputación, que está dotado con 870.000 euros, continuará en 2007, asegura Imma Moraleda, diputada de Ciudadanía e Igualdad.

Dos familias de un edificio llevaban más de 10 años a la greña por un malentendido: un monedero extraviado en la escalera y devuelto por uno de los hijos, según su dueño, sin el dinero que contenía. Pasaron a insultarse y hacerse la vida imposible, el conflicto fue creciendo hasta que llegaron a las manos en una reunión de la comunidad. Un vecino planteó el problema en el servicio de mediación de su ayuntamiento, que sentó a las partes y reabajó el conflicto tras un diálogo que nunca antes habían tenido. Éste es uno de los conflictos reales en los que intervendrían los servicios de mediación.

Tipos de poroblemas

¿En qué otros conflictos median? Pues desde humedades en viviendas a problemas de ruido, limpieza o animales molestos, o morosos con la comunidad. Hasta han mediado por el uso de una plaza por un grupo de patinadores, gente mayor y madres. Son procesos muy rápidos (un par de semanas de promedio) y, como explica Javier Wilhelm, psicólogo y director del servicio de mediación de los ayuntamientos de Sant Pere de Ribes y Sitges, "el 87% de los casos con posibilidades de terminar en la justicia por el tipo de conflicto fueron resueltos en el proceso de mediación".

¿Cómo funciona? Una de las partes en conflicto acude al centro, o bien la oficina de atención al ciudadano o la policía local soenvían la queja a los mediadores. "El ciudadano no tiene nada que perder, siempre está a tiempo de poner una denuncia", explica Wilhelm. La vía judicial, "en la que uno gana y otro pierde", no es la mejor en los problemas de convivencia ciudadana. Algo en lo que coincide Joan Sendra, con seis años de experiencia en mediación judicial y jefe del servicio de mediación de Molins de Rei, estrenado en marzo: "Los problemas de vecindad hasta ahora no tenían salida, se acababa yendo al juez, y muy a menudo se trata de situaciones crónicas",

Una vez expuesto el caso, los mediadores contactan con la parte contraria y fijan una fecha para una reunión. Ese día, cada uno expone sus quejas. "Se viene a escuchar lo que necesita tu vecino, a ponerse en su lugar, así se abren muchas puertas", añade Wilhelm. El mediador es neutral, no toma decisiones, ayuda a encontrar soluciones. Son los ciudadanos los que dialogan, sin ningún representante o abogado de por medio. "Sentarse a la mesa con un vecino con el que estás enfadado, soportarlo y hablarle de una forma adecuada es una forma de aprender a convivir mejor, de ver que el que está al otro lado de la pared no es un enemigo, que cuando está haciendo ruido no está pensando en molestarte". Lo habitual, añade, es pensar que ese vecino molesto está enfermo o es malo, "pero no es la realidad". Lo peor es el excesivo tiempo que la gente aguanta conflictos sin solucionarlos. En la mediación, los acuerdos se pueden poner por escrito y, en caso de nuevos problemas, se comprometen a dialogar otra vez.

Mediar da buenos resultados. En Sant Pere de Ribes, en los últimos tres años se han tratado 280 casos, en los que se han visto implicadas unas 900 personas, de las que más del 75% aceptaron la conciliación. El índice de acuerdo llega al 91% y su cumplimiento a lo largo del tiempo es casi total. Los mediadores siguen los casos y llaman alguna vez para comprobar cómo va la cosa. En las situaciones más graves, las llamadas se repiten cada seis meses durante dos años. "La gente se siente así acompañada, no desamparada", afirma Javier Wilhelm.

En L'Hospitalet de Llobregat, la mediación se ha incluido en el plan para la integración de los inmigrantes. "En muchos casos, en los conflictos en los cuales hemos intervenido las dos partes son autóctonas", explica Jesús Husillos, coordinador de un equipo de 10 personas.

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