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Crítica:COMER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Reconfortantes sabores de toda la vida

LA PENELA, cocina tradicional gallega en un nuevo restaurante de Madrid

José Carlos Capel

Casi todos los nuevos restaurantes de cocina tradicional que sirven sus especialidades en ambientes de diseño, parecen seguir una paradójica trayectoria de retorno con la que también se identifican los neo bistrots franceses y el movimiento comfort food (comida reconfortante y casera) del que tanto se habla en Estados Unidos. Tendencia que siguen ciertas enotecas italianas y tascas españolas de estética vanguardista -pocas todavía-, que ofrecen tapas sencillas y recetas de toda la vida.

En sintonía con estas directrices, La Penela, institución hostelera en Galicia, acaba de abrir sus puertas en Madrid en un local que aúna platos clásicos con un interiorismo contemporáneo. ¿Puede tener éxito un restaurante gallego que se centra en recetas de la cocina tradicional al estilo de las casas de comidas de Betanzos (A Coruña) y casi da la espalda a los mariscos? Por supuesto. ¿Quién se atrevería a renegar de la carne asada, de los pescados rebozados, del pulpo con cachelos o de la tortilla de patatas?

LA PENELA

6

Infanta Mercedes, 98. Madrid. Teléfono 915 79 91 78. Cierra los domingos. Precio medio, entre 40 y 45 euros. Tortilla de Betanzos, 8 euros. Rape a la romana, 22 euros. Ternera asada, 18 euros. Leche frita, 5,50 euros.

Pan ... 5,5

Café ... 6,5

Bodega ... 6

Ambiente ... 7

Aseos ... 6,5

Servicio ... 6

Para poner a punto sus especialidades, su propietaria, María Barallobre, ha desplazado hasta la capital a dos de sus mejores cocineros, Isabel González y Alejandro Cuza, que reviven fórmulas reconfortantes y, por supuesto, ajenas a innovaciones. En el grupo de entrantes, algunas propuestas sugerentes. Es delicado el salpicón de rape y gambas con un suave punto de vinagre; aceptables las croquetas de carne; notable el pulpo a feira con cachelos, y jugosa aunque carente de chispa la tortilla de patatas, que se prepara con arreglo a las pautas de la escuela gallega, con patatas doradas tipo chips que se dejan esponjar en huevos batidos antes de cuajarse.

No es necesario que el diligente jefe de sala Antonio Mejuto recuerde a los comensales que los pescados proceden de las lonjas gallegas. Basta probar el rape y la merluza a la romana para comprobar la calidad de unas materias primas que se tratan de forma correcta. La misma sensación suscitan los calamares en su tinta con arroz blanco, muy caseros y de gusto intenso, sin un ápice de esa tinta sintética y desaborida que tanto prodigan los cocineros mediocres. Entre las carnes, un fracaso estrepitoso, los callos a la gallega, de paladar incisivo, con un acentuado toque de cominos, guiso en el que los garbanzos, encallados y coriáceos, impiden una valoración seria del plato.

Interior en dos alturas del restaurante La Penela, en Madrid.
Interior en dos alturas del restaurante La Penela, en Madrid.SANTI BURGOS

TERNERA ASADA Y LECHE FRITA

IGUAL QUE en Galicia -donde La Penela tiene abiertos distintos locales-, el plato estrella de la casa es la ternera asada. Receta de nombre equívoco, porque se trata de ternera que se guisa a fuego lento hasta que sus sabores se concentran. El resultado son cortes delicadísimos, tan tiernos que casi pueden comerse con cuchara. No menos sabrosas son las doradas patatas que la acompañan, fritas en aceite limpio.Para comer en La Penela, una de las mejores opciones es compartir platos. O, en caso contrario, solicitar medias raciones, sistema al que la casa se presta, aunque su precio no aparezca reseñado en la carta. A los pocos días de su inauguración se hacen patentes las carencias de la sala, la desorientación del servicio y la no disponibilidad de algunas propuestas de la carta. Es el caso de la empanada y de algunos postres tradicionales, como la mousse de limón y la tarta de queso. En el resto, bajones incomprensibles: discreto el arroz con leche y demasiado amazacotada la tarta de Santiago. También es lamentable que la leche frita, plato icono de la casa, se sirva fría en lugar de recién frita o templada.La carta de vinos hace hincapié en las marcas galaicas, con blancos de mucha talla de Rías Baixas, Ribeiro, Valdeorras y Ribeira Sacra. En la selección de tintos, suficiente para el tipo de cocina, figuran riojas de crianza y reserva sin indicación de la añada, un fallo frecuente.Para concluir, dos cafés, el de máquina y otro de puchero, mucho más delicado. Y como colofón, orujos y licores de la tierra.

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Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

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