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La subinspectora creada por Juan Bolea investiga dos muertes en 'La mariposa de obsidiana'

Ediciones B publica el regreso del autor gaditano a la novela policiaca

La subinspectora Martina de Santo se enfrenta a su segundo caso literario que arranca con un violento crimen que sigue los antiguos rituales de sacrificio azteca, esos en los que varios cuchillos de piedra se blandían al aire antes de ejecutar la muerte. La mariposa de obsidiana (Ediciones B) supone el regreso de la detective tras su debut en las librerías en Los hermanos de la costa. El autor de ambas novelas, Juan Bolea (Cádiz, 1959), cumple así con un meta marcada en la primera cita: mantener la saga protagonizada por esta mujer de pasado doloroso y presente ambiguo.

La trama de la nueva entrega arranca en la redacción de un periódico con un director ansioso de una noticia de portada y un periodista de sucesos esperanzado en una entrevista con la subinspectora, quien acaba de ganarse la fama tras la resolución de su anterior y sonado caso, el del crimen de un anciano relacionado con una secta conocida como Los hermanos de la costa. Su siguiente investigación le lleva a enfrentarse a otra difícil labor: encontrar al autor del asesinato de una joven apasionada del sexo que ha aparecido muerta, salvajemente acuchillada, mientras ejercía de vigilante en una sala de exposiciones sobre la historia de la tortura. El caso se complicará con la aparición de otro cadáver en similares circunstancias.

En Los hermanos de la costa, Bolea ahondó en las claves del fracaso y la superación. En La mariposa de obsidiana, Bolea asegura querer profundizar en el concepto de la inmortalidad. "He querido trabajar con un tema tan simbólico sin renunciar a todos los ingredientes de una novela policíaca". Cuenta que ha trabajado mucho en cuidar los detalles de su historia, la fidelidad arqueológica y a el respeto escrupuloso a las nociones forenses. Estudió en profundidad la civilización azteca y sus rituales. "Aunque puedan parecer ceremonias de crueldad, aquellos sacrificios con cuchillos de obsidiana eran verdaderamente fiestas de la vida", aclara. El título de la obra alude a una leyenda. "En el mismo momento de la muerte, los sacrificados veían una mariposa gracias al efecto de luz de los cuchillos blandiendo en el aire. Ellos creían que esa mariposa trasladaría las almas a los diosas para convertirlas en estrellas", repasa el autor.

Detrás de la leyenda, hay 400 páginas de intriga para llegar a conocer la identidad del asesino. "Creo que he conseguido que no se descubra hasta la última página y todos los que la han leído me han dicho que produce un fuerte impacto". Tan fuerte que decidió añadir un epílogo para suavizar el desenlace. Como en la anterior entrega, la protagonista, Martina de Santo se debe enfrentar a un mundo de hombres. "Es fría y ambigua", la define su autor, quien reconoce haberla pintado "como un arquetipo literario, real pero sin ser de carne y hueso para que funcione completamente en la ficción". Bolea explica que la ambigüedad de la detective no es sólo sexual. "Es fundamentalmente moral. Ella representa el bien. Tiene un ética intachable pero una confusa moralidad. No es un robot". Ella misma se define en una de las páginas ante uno de sus compañeros, el archivero Horacio Muñoz. "Las mujeres creemos en los misterios pero la idea de rasgar sus velos nos produce una cierta desazón. Quizá, porque sabemos que el mal existe y que su semilla puede crecer en nuestras entrañas", explica ella.

Horacio, un ex agente que bucea en los archivos tras retirarse por un disparo, funciona como una especie de Doctor Watson porque Martina tiene elementos de Sherlock Holmes. "De Sherlock apenas sabíamos nada de su vida privada. Nos bastaba con su agudeza mental. De Martina, sabemos algunos aspectos pero tampoco alardea de su forma de vida. Se da a conocer a través de un filtro que remueve", compara Bolea. Al igual que el detective de Conan Doyle, se desconoce a quién ama la subinspectora. "Lo que sí se sabe de ella es que tiene un poso de dolor. En su vida, ha habido sufrimiento".

Martina de Santo se mueve en La mariposa de obsidiana en un frío paisaje cantábrico, en una ciudad grande como Bilbao o Santander, a la que el autor ha denominado Bolscan. "Es un territorio hiperbólico, con las distancias acentuadas donde hay marismas, pescadores, tormentas y costa", describe el autor. Juan Bolea ya anuncia una tercera entrega y adelanta que su subinspectora viajará a la ciudad donde él nació, aunque lleve muchos años fuera. "Martina investigará un caso en Cádiz. Pero será un Cádiz distinto. Oscuro, negro, sin la luz que le caracteriza". Será un nuevo regreso de la fría y ambigua detective al escenario del crimen.

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