Reparación para Hirsi Alí
El Gobierno holandés devuelve la nacionalidad a una diputada amenazada
Ayaan Hirsi Alí, la diputada liberal holandesa de origen somalí amenazada de muerte por el integrismo musulmán, ha recuperado su pasaporte. Despojada de su nacionalidad adoptiva el pasado 15 de mayo por haber mentido hace una década sobre su nombre y fecha de nacimiento al pedir asilo, el Gobierno ha decidido ahora que puede seguir considerándose holandesa. El hecho de que se llame en realidad Hirsi Magan no es ya tan grave. Y lo del año en que nació -1969, en lugar de 1967- resulta irrelevante. La encargada de darle la buena nueva, Rita Verdonk, ministra de Inmigración, no pasó ayer un buen día. En mayo pasado aseguró implacable que su compañera de partido "no podía considerarse holandesa porque sus falsedades invalidaban la naturalización".
Hirsi Alí mantiene la decisión de trasladarse a EE UU para eludir posibles ataques islamistas
Lo sentía mucho, dijo entonces, pero no tenía más remedio que dejarla sin patria mientras investigaba el caso. Presionada por el Parlamento y por el Gabinete por la forma en que trataba a la política holandesa más conocida en el extranjero, Verdonk ha encontrado una solución airosa. Más bien un vacío legal que le permite aceptar como auténtico Alí, el nombre del abuelo de Ayaan Hirsi. El desenlace del episodio, uno de los más singulares de la política holandesa reciente, es impecable desde el punto de vista jurídico. En Somalia es legal llevar el nombre de los antepasados y la diputada podía, por tanto, usarlo en un documento oficial. Para la ministra de Inmigración, sin embargo, rendir su juicio inicial y devolverle el pasaporte tenía un precio. Una contraprestación, si se prefiere, que no empañara la imagen de observancia absoluta de las leyes de que hace gala. Según Britta Böhler, abogada de Hirsi Alí, el apéndice en forma de carta abierta añadido por la diputada a la resolución ministerial plasmaría dicha exigencia. En la misma, admite comprender el trato recibido por Verdonk, "que no podía saberlo todo acerca de sus nombres familiares somalíes". En las últimas líneas, las más relevantes para su compañera de partido durante años, va aún más lejos. Dice que "siente haberla confundido poniéndola en un compromiso". En la despedida asegura que seguirá adelante con su vida llevando el nombre Ayaan Hirsi Alí.
"Un golpe bajo", dijo ayer Famke Halsema, líder de los verdes (Groen Links), al conocer el contenido de esta posdata. "Es como si se hubiera hecho todo lo posible por evitarle a la ministra un buen sonrojo", añadió airada. Pero sobre el corazón político de La Haya seguía planeando una densa duda: ¿Habría conservado su pasaporte de no haber firmado la declaración que exoneraba en el fondo a Inmigración de exceso de celo? El debate de urgencia previsto para esta noche en el Parlamento debería despejar dicha incógnita. Halsema ha pedido que el primer ministro democristiano, Jan Peter Balkenende, asista al mismo. En mayo pasado, éste había mostrado su sorpresa ante la celeridad del caso. "He preguntado si ha sido bien analizada la situación. Y si los argumentos sobre la nacionalidad son solventes", dijo perplejo. Verdonk le había dejado sólo un mensaje en su buzón de voz antes de "lanzarse sobre Hirsi Alí", en palabras de su círculo íntimo.
La decisión de ayer no cambiará su decisión de trasladarse a Estados Unidos. Cansada de tener que protegerse de las amenazas de islamistas radicales desde el asesinato del cineasta Theo van Gogh, la esperan en el American Entreprise Institute a partir de septiembre. Su guión para la segunda parte del corto Sumisión, donde critica la marginación de los homosexuales musulmanes, está listo. La dirección de la primera entrega, dedicada al sometimiento de la mujer, le valió a Van Gogh morir a manos de un joven radical holandés de origen marroquí. Una causa por la que Hirsi Alí seguirá luchando con un pasaporte expedido en una tierra donde todo, excepto la cada vez más magullada tolerancia holandesa, parece haber vuelto a su lugar.
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