La culpa fue de la ministra
Cruyff achaca la eliminación de Holanda a Rita Verdonk por negar la nacionalización al goleador marfileño Kalou
La eliminación de Holanda, el domingo, ante Portugal, ha dejado al país sumido en la decepción y el debate. La polémica no es nueva, puesto que los holandeses la practican como deporte nacional. El fracaso del equipo, en cambio, ha dejado un rastro de perplejidad. Ayer, Johan Cruyff salió a la escena con artillería pesada. No apuntó a las decisiones de su valido, Marco van Basten, ni al juego generalmente plano de los futbolistas seleccionados, que contaban con su visto bueno. El oráculo de Holanda señaló directamente a la ministra de deportes, Rita Verdonk, por haber negado la nacionalización a Salomón Kalou. El goleador marfileño del Feyenoord era, según Cruyff, el hombre que habría necesitado Van Basten para dar un último toque al equipo. No lo tuvo por culpa de la burocracia.
La federación desea renovar por cuatro años más a Van Basten como seleccionador
"No diré que la ministra tenga toda la culpa de la eliminación", declaró Cruyff en el diario De Telegraaf, "pero es una de las partes que hay que culpar. Como consecuencia
[de la negativa a nacionalizar a Kalou] Holanda fue víctima de una limitación. Si Robben y Van Persie no jugaban, no había otra alternativa".
Con estos argumentos, Cruyff distrajo la atención hacia otro punto en el momento en que la crítica se preguntaba por qué Van Basten no le dio ni un minuto a Van Nistelrooy en el partido decisivo. Cruyff reclama a Kalou porque el marfileño tiene gol. Esto parece una contradicción cuando Van Nistelrooy, el goleador de Holanda en los últimos años, vio el choque contra Portugal en el banquillo. Cuando al final del encuentro Van Basten sustituyó a Kuijt por Venegoor of Hesselink, el punta del Manchester se dedicó a patear botellines de agua, techos de metracrilato, molduras de banquillo...
La relación de Van Nistelrooy ha sido tan pobre con Van Basten como con la afición oranje. El seleccionador le tuvo el mismo aprecio que el público, siempre sospechoso de los delanteros que sintetizan gestos, los que se especializan sólo en rematar. Ni cuando alcanzó las finales, en 1974 y 1978, Holanda contó con un nueve que sólo hiciera de nueve. Neeskens, Van der Kerkhof o Cruyff nunca lo fueron. Van Basten y Kluivert, tampoco. Van Nistelrooy, como Makaay o Hasselbaink, ha sido más apreciado fuera que dentro de su país.
Cruyff, que comparte el criterio de Van Basten, insistió en acusar a la ministra de falta de sensibilidad política: "Cualquiera que haya visto la Copa del Mundo y su efecto en nuestro país no me habría podido convencer de que la nacionalización de Kalou no es un asunto de interés nacional".
Van Basten se había presentado en Alemania como un renovador poco flexible en su apuesta por talentos jóvenes. La presencia del ídolo en el banquillo despertó más expectativas en la hinchada que en los futbolistas. Pocos fuera del campeonato local habían oído hablar de Kuijt, el delantero centro que jugó contra Portugal. Sin embargo, el público tuvo fe en el equipo.
Henk Kesler, el director de la federación, la sigue teniendo. "Nos gustaría extenderle el contrato hasta 2010", dijo ayer el directivo; "así podremos ser campeones mundiales con el nuevo equipo en Suráfrica. Debo decir que hemos superado las expectativas. En este torneo hemos aprendido mucho".
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