Modestos resultados
La Ley contra la Violencia de Género ha cumplido un año sin que, por ahora, haya tenido un efecto apreciable en la muerte de mujeres a manos de su pareja o ex pareja. La cadencia de muertes -34 en lo que va de año- ha seguido su habitual curso, evidenciando que el mal tiene profundas raíces culturales que llevará tiempo eliminar. Aún es pronto para determinar si la disminución en 2005 -61 mujeres asesinadas frente a 72 en 2004- es meramente coyuntural.
La creación de juzgados especializados ha encontrado serias dificultades. La principal es la insuficiencia de los tribunales exclusivos creados con este fin, apenas una veintena en toda España. Lo que ha llevado a que los no exclusivos -la práctica generalidad de los juzgados- sufran serias disfunciones por la sobrecarga de trabajo producida por las denuncias por maltrato. Un dato llamativo es el gran aumento de este tipo de denuncias tras su puesta en marcha. Si no se crean más tribunales exclusivos, lo previsible es que las denuncias por maltrato terminen por colapsar los 430 juzgados que no lo son y que tienen que sacar adelante otros asuntos. Desnudar a un santo para vestir a otro -y eso es lo que está sucediendo con los juzgados de violencia sobre la mujer- no constituye precisamente una política acertada, por lo que el Gobierno, el Consejo del Poder Judicial y las comunidades autónomas tendrán que tomar medidas. Otro grave problema es la ausencia de programas de rehabilitación de los maltratadores. El Gobierno reconoce que una buena parte de los 1.700 condenados por maltrato no están siendo rehabilitados. Y fuera del ámbito carcelario, ni existen programas de rehabilitación diseñados, ni centros donde impartirlos.
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