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Reportaje:LO MÁS ÚTIL | EL VIAJERO HABITUAL

Hoteles muy animados

Isidoro Merino

No sólo de playa vive el hombre. Ni la mujer ni los abuelos ni los niños. Para muchas personas, las vacaciones no serían tan divertidas sin esas sesiones matinales de aerobic en la piscina del hotel, o las fiestas, espectáculos y bailes nocturnos que se organizan cada noche. Y muchos padres no podrían disfrutar de ellas sin la ayuda de los clubes infantiles que mantienen entretenidos a los pequeños mientras ellos descansan o se dedican a otras ocupaciones.

Los directores de los hoteles lo saben bien. El gasto en animación -unos 300.000 euros al año en un hotel de tipo medio- es una inversión para conseguir clientes satisfechos que regresen año tras año. Supone también mayores ingresos: cuando el turista obtiene la diversión dentro de su hotel o resort, no sale fuera a buscarla; come, bebe y consume en sus instalaciones. Algunas cadenas, como la francesa Club Méditerranée -la primera en incluir, en la década del cincuenta, el concepto de animación en la filosofía de las vacaciones- o la española Sol Meliá, han hecho de sus programas de entretenimiento, sobre todo los dirigidos al público familiar, su imagen de marca, el elemento fundamental a la hora de distinguir y promocionar sus establecimientos.

Veinte años de diversión

La historia de la animación turística en España se remonta a poco más de un par de décadas. Cuando en 1982 Manuel García Blanco, director general de Animatur, la primera empresa del sector en España, quiso dar de alta a sus primeros empleados, se encontró con que el epígrafe que más se ajustaba a la profesión de animador era el de "charlatanes y artistas ambulantes". De aquellos primeros 20 animadores han pasado a contar con una plantilla de más de 400 personas que ofrecen sus servicios a cerca de un centenar de hoteles y han formado a más de 2.000 animadores a través de cursos y seminarios de su rama consultora.

Más del 90% de los hoteles de costa en España tienen hoy programas de ocio y entretenimiento -propios o elaborados por empresas especializadas como Animatur- para divertir a sus huéspedes con actividades, fiestas y deportes para todas las edades y todos los gustos. En algunos lugares, hasta por ley. La Junta de Andalucía, una comunidad donde los hoteles invirtieron el año pasado cerca de 40 millones de euros en animación, creó en 2004 una normativa que obliga a todos los establecimientos de cuatro y cinco estrellas con más de 100 plazas a ofrecer este servicio en sus instalaciones.

'Tai-chi', Pilates y 'Mamma mia'

La oferta de actividades ha evolucionado al ritmo que marcan las modas sociales y los nuevos hábitos de los turistas. Del bingo y la elección de la miss del hotel o de la pareja ideal se ha pasado al tai-chi y los ejercicios del método Pilates, los talleres de reflexoterapia o de cocina mediterránea, los cursos de español para extranjeros o los espectáculos inspirados en los últimos estrenos de la cartelera.

También ha cambiado el perfil del animador turístico, un profesional cada vez más especializado, con buen nivel cultural, conocimiento al menos de dos idiomas, dotes interpretativas o deportivas, capacidad de comunicación y de trabajo en equipo y una edad que suele estar entre los 18 y los 31 años. Según Blanco, se ha pasado de hoteles de 800 camas que contaban con un solo animador para todo y con pocos medios, en los que la implicación de los huéspedes en las actividades resultaba imprescindible, a equipos multidisciplinares en los que hay desde monitores infantiles y deportivos hasta profesores de baile, músicos, actores, coreógrafos, bailarines y técnicos de vestuario y de iluminación con los que montan producciones casi profesionales de Mamma mia, Cabaret o Chicago.

- www.animatur.com.

- www.fiestaconsulting.com.

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Sobre la firma

Isidoro Merino
Redactor del diario EL PAÍS especializado en viajes y turismo. Ha desarrollado casi toda su carrera en el suplemento El Viajero. Antes colaboró como fotógrafo y redactor en Tentaciones, Diario 16, Cambio 16 y diversas revistas de viaje. Autor del libro Mil maneras estúpidas de morir por culpa de un animal (Planeta) y del blog El viajero astuto.

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