Nace el 'thriller' diplomático
El KGB se ha hecho con las claves de la cifra de la Embajada española en Moscú, el sistema que permite codificar y descodificar los telegramas que se envían o reciben de Madrid. No es que los telegramas contengan información secreta -son apenas traducciones de la prensa, chismorreos y análisis facilones-, pero España acaba de entrar en la OTAN y si el asunto sale a la luz el país quedará lógicamente desprestigiado. El embajador De la Cruz está, pues, muy nervioso.
Sobre este hecho de ficción, Andrés Gastey construye en Gutiérrez y el Imperio del Mal una trama voluntariamente sencilla de traición y espionaje que le permite abordar su principal objetivo: ofrecernos un reportaje retrospectivo del Moscú de los años ochenta, el de Gorbachov y la perestroika. Gastey, un seudónimo que oculta a un diplomático español destinado en Moscú en aquel periodo, revela en esta novela entretenida y sin pretensiones sus dotes para el buen periodismo, el que, más allá de los sobresaltos de la actualidad, va al fondo de las cosas. Y así en Gutiérrez y el Imperio del Mal el lector pasa mucho frío, se emborracha con vodka, elucubra sobre los misterios del alma rusa y vive el tremendo fracaso del sistema soviético.
GUTIÉRREZ Y EL IMPERIO DEL MAL
Andrés Gastey
La Discreta. Madrid, 2006
216 páginas, 12 euros
Lo cual tiene ciertas relaciones con Kuala Lumpur (Seix Barral), una novela del diplomático Carles Casajuana. Kuala Lumpur tiene un argumento policial en el que también se ve implicada una embajada española y es asimismo un estupendo reportaje sobre la Malasia en efervescencia económica de nuestro tiempo. Pero el parentesco no termina ahí. En ambos casos los autores -que no son una sola y misma persona, que conste- consiguen una amenidad teñida de humor que le debe mucho a Nuestro hombre en La Habana, el inmenso clásico de Graham Greene; y en ambos casos demuestran un saludable espíritu autocrítico respecto a la diplomacia española. Por ejemplo, en la obra de Casajuana puede leerse: "Lo más urgente era esperar; la vieja frase, el remedio universal de la diplomacia española". Y esto es de Gutiérrez y el Imperio del Mal: "Despachado el trámite matutino de hojear la traducción del órgano de prensa del Comité Central, los altos funcionarios de la embajada dedicaban el resto de su jornada a volcarse en agudas conversaciones sobre cuatro temas: destinos anteriores, incidencias en el escalafón, cotización de divisas y dificultades de suministro".
¿Está naciendo un thriller diplomático español? Dos novelas no constituyen un fenómeno, pero sí ofrecen una pista. Y aunque como se certifica en las obras de Gastey y Casajuana nuestro servicio exterior deja mucho que desear en cuanto a diligencia y eficacia, en el mundo diplomático hay no poca gente leída y culta, un terreno fértil para que de él surjan aceptables escritores.
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