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Reportaje:ESCAPADAS | Kuartango | Fin de semana

Un valle histórico desconocido

La excesiva tranquilidad que el visitante encuentra en Zuazo de Kuartango puede llevar a engaño y sugerirle que se encuentra ante un enclave desconocido. Nada más lejos de la verdad: lugar de paso y asentamiento humano donde los haya, el actual municipio alavés de Kuartango, establecido alrededor de los cursos del río Bayas y su afluente Vadillo, lleva sus referencias hasta la Prehistoria. En tiempos de Roma, esta vaguada fue escenario, en el término de Andagoste, de una incruenta batalla de sus habitantes contra 3.000 legionarios.

Kuartango era lugar de paso en aquella red de comunicaciones que estableció Roma y que se mantuvo hasta no hace mucho. Las ruinas del balneario de Zuazo recuerdan el esplendor que tuvo hasta fecha reciente, ahora eclipsado por la autopista A-68, que cruza la entrada al valle, quizás la mayor agresión paisajística que ha sufrido este espacio, rodeado de sierras, a unos 30 kilómetros al oeste de Vitoria.

Las referencias del municipio alavés y su valle se extienden hasta la Prehistoria

Mas quien tuvo, retuvo. Kuartango ha salido victorioso de estos embates y tanto el valle como las sierras de Badaya, Gibijo, Arkamo y Santiago y los 19 núcleos que forman el municipio mantienen unos atractivos merecedores de una detenida visita. Todo el valle conserva la huella de una historia fecunda.

Los primeros asentamientos en la Prehistoria dejaron sus huellas en los campos tumulares de Sendadiano y Arriano, en los sepulcros de corredor de Catadiano y en las numerosas cuevas con restos de la Edad de Bronce repartidas por todo el valle, entre las que destaca la de Jokano. Milenios más tarde, se sintió la presencia romana que se adentró por el sur, por el desfiladero de Techa.

En el recorrido por el valle, es inevitable cruzar el Bayas si no se quiere seguir un trayecto paralelo al río. De ahí que abunden los puentes sobre este afluente del Ebro, como el de Aprikano, uno de los barrios más atractivos del valle, aislado inexplicablemente del tráfago de la civilización que forman la autopista, el tren y el gasoducto cercanos. Por este paso, construido entre los siglos XIII y XIV, cruzaban los viajeros que desde la meseta querían llegan hasta Orduña.

Afortunadamente, el abandono de este camino secundario ha hecho que el puente, el río y todo el entorno se conserven casi como en el momento de su construcción. A estas alturas, el Bayas baja limpio y aún en verano su caudal es suficiente como para poder darse un chapuzón en sus aguas.Aquellos viajeros que acudían a Orduña no dejarían de pasar por la casa troncal del solar de Urbina. Restaurada por la Diputación de Álava, con un flamante aparcamiento y unas absurdas farolas posmodernas, aunque con un acceso todavía en precario, este edificio aúna en un solar la iglesia monasterio y la torre defensiva, además de otros edificios menores, todo lo necesario para que una familia de cierto linaje medieval pudiera vivir en la autosuficiencia más absoluta.

El lugar decidido para la ubicación de esta propiedad debía de tener cierta solera porque, según los restos encontrados, allí podía estar ubicada una villa bajoimperial romana. Este complejo se muestra así como un excelente ejemplo de la evolución histórica de la zona desde la romanización hasta la desaparición de los señores feudales.

Los atractivos de Kuartango no se quedan en sus construcciones históricas. Los montes que rodean el valle son motivo de excursiones y fiestas populares, como la que se celebrará a finales de agosto, un año más, en las campas de Eskolumbe, donde se celebra la romería en honor a la patrona del valle, la virgen del mismo nombre.

Para los que no gusten de muchedumbres, las sierras de alrededor ofrecen excelentes espacios para el paseo, en donde descubrir lugares cuyo uso ya no recuerdan ni los mayores del valle. Es el caso de las loberas, sencillas construcciones de muros de piedra de hasta cuatro metros de alto sitas en lo más profundo de los bosques. Su entrada estaba abierta a un pasillo que terminaba en un foso, adonde se conducían los lobos para matarlos allí a palos y pedradas.

Así, Kuartango, pese a conocer los últimos adelantos en ingeniería e infraestructuras, conserva buena parte de los elementos que configuraron el valle a lo largo de los tiempos. Hoy residen en sus 19 núcleos de población aproximadamente 350 personas que conservan en pie hasta 13 molinos en sus ríos Bayas y Vadillo, ermitas e iglesias en cada barrio, y un interés desconocido en otras localidades similares por dar a conocer los atributos de una zona que es muy frecuentada en automóvil o tren, pero desconocida para buena parte de los ciudadanos.

La casa de postas del siglo XV

Cómo llegar: Desde Bilbao se puede acceder por la A-68, con salidas en Altube y Pobes. Ya desde éstas, se accede a Zuazo, la entrada del valle, por la A-3314, que también pasa junto a Aprikano. Desde Vitoria, hay que tomar la N-I hasta Nanclares, desde donde la A-2622 lleva al conductor hasta la citada A-3314.

Alojamiento: En Aprikano se encuentra una de las casas rurales más interesantes de Álava, Casa Maribel, ubicada en una antigua posta cuyos servicios se remontan al siglo XV y que desde entonces ha pertenecido a la misma familia. Su actual propietaria, Maribel Sáenz, vive por y para sus clientes y destaca por sus curiosas iniciativas, como un boletín sólo de buenas noticias o la apuesta por jornadas sin electricidad, con iluminación de las velas.

Comer: Además de Casa Maribel, en Aprikano ofrece sus servicios el restaurante Drake (945 362854). También se puede acudir al asador Badana en Zuazo de Kuartango (945 063046).

Compras: En el valle, en Sendadiano, hay un elaborador de queso Idiazábal: Tintxo Insausti (945430203).

Senderismo: Precisamente, desde el barrio de Sendadiano, sale la ruta que lleva al curioso Pico Marinda, de curiosa forma piramidal. Desde Zuazo de Kuartango, sale otra excursión sencilla hasta el monte Oteros, en la parte alta de la Sierra Brava de Badaya.

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