Bush pone el levantamiento de Hungría contra la Unión Soviética como ejemplo para Irak
"Los iraquíes necesitan el mismo tipo de paciencia para establecer una democracia próspera"
La conmemoración del 50º aniversario del levantamiento de Hungría contra el dominio soviético fue la percha escogida ayer por el presidente de EE UU, George W. Bush, para expresar su decidida apuesta por el nuevo Gobierno de Irak. Las serias dificultades que tuvieron que superar los húngaros para establecer la democracia tras el fracaso de su revolución en 1956 fueron puestos por Bush como modelo de referencia para Irak.
"Continuaremos ayudando a Irak a ocupar su legítimo lugar junto América y Hungría como faros de libertad en nuestro mundo". "Los iraquíes", dijo, "necesitan el mismo tipo de paciencia que tuvieron los húngaros para establecer una próspera democracia". Las palabras del líder norteamericano no despertaron especial entusiasmo ni rechazo entre la población, que con independencia de los atascos en el tráfico, continuó su actividad al margen del evento.
Los ciudadanos apenas pudieron aproximarse a los actos de homenaje a las víctimas de la revolución, y las manifestaciones de protesta por la violación de los derechos humanos organizadas por Ciudadanos por la Paz, Amnistía Internacional y ATTAC, entre otras, no lograron sumar a más de medio millar de personas. La indiferencia de la población estaba también relacionada con el hecho de haber forzado una conmemoración cuyos actos empezarán el 23 de octubre, cuando se cumple el 50º aniversario del levantamiento.
Bush aprovechó su estancia en Budapest para desquitarse de la cumbre EE UU-UE celebrada el día anterior en Viena, en la que se vio obligado a dar explicaciones y prometer el cierre del centro de detención de Guantánamo. Aquí, Bush encontró su mejor clima para exponer su propósito de seguir en Irak. En su discurso en la colina Gellert, desde la que se divisa el curso del Danubio a su paso por la ciudad, el presidente ligó con repetidas referencias el futuro de Irak a la trayectoria de lucha de Hungría por la democracia. Así manifestó su convicción de que "los húngaros reconocerán el espíritu" del Gobierno iraquí. "El primer ministro Maliki tiene un sólido plan para mejorar la seguridad, unificar el pueblo y proporcionar una mejor vida a los ciudadanos de Irak".
El mandatario estadounidense fue recibido previamente por el presidente húngaro, Laszlo Solyom, quien le ofreció su colaboración en el combate contra el terrorismo, pero le advirtió de que en "esta lucha sólo se puede tener éxito si cada paso y medida que se adopta están en línea con las leyes internacionales", aunque no mencionó ninguno de los casos más contestados, como el centro de detención de Guantánamo, los abusos en Abu Ghraib o los vuelos de la CIA en Europa.
Discriminación en el visado
Más tarde tuvo que escuchar las peticiones del primer ministro, el socialista Ferenc Gyurcsany, referentes al problema de los visados, uno de los asuntos que quedó colgado en la cumbre de Viena y que afecta especialmente a Hungría y a otros nueve países de la UE. Gyurcsany propuso algún tipo de flexibilización del régimen actual para acabar con esta discriminación de requerir una autorización especial para entrar en EE UU a los ciudadanos de ciertos países. Bush manifestó que era "un tema difícil", pero mostró su disposición a trabajar sobre este tema.
La visita del presidente estadounidense despertó inquietud en determinados sectores de la izquierda, que consideraron que podría tener mayor calado que las conmemoraciones históricas y las declaraciones políticas. Para Endre Simó, coordinador del Foro Social Húngaro, Bush habría hablado con el Gobierno de Budapest sobre "la posibilidad de instalar un sistema de cohetes para establecer un escudo de protección frente a los países que no pertenecen a la OTAN". Para evitar suspicacias, los asesores americanos aseguraron que ninguna de las manifestaciones del presidente había que interpretarla como una alusión a Rusia.
Por otra parte, la asociación de antiguos combatientes del levantamiento Deportados 56, que tomó el nombre en homenaje a los miles de deportados, exigió a Bush que presente sus excusas al pueblo húngaro por su inactividad durante el levantamiento hace 50 años. Le emplazó a "pedir perdón", como lo hizo el canciller alemán Willy Brandt por los crímenes cometidos por los nazis, y el papa Juan Pablo II.
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