Pragmática Italia
El equipo de Lippi se impone a la selección checa y se medirá en octavos a Australia
El checo Jan Polak se cubrió de gloria. Primero, porque dejó que Materazzi se subiese a una escalera delante de sus narices y marcase el primer gol italiano. Segundo, porque una absurda falta en un lateral de la medular le costó la segunda tarjeta amarilla en el tiempo de descuento del primer periodo. Si Polak es supersticioso, es improbable que vuelva a lucir esa cresta multicolor engominada que coronaba su cabeza ayer. No le dio suerte, desde luego. Ni a él, ni a los checos en conjunto. Italia quedó primera del grupo. La República Checa quedó eliminada. Pudo haber sido al revés.
El primer tiempo se puede calificar de lo que los clásicos denominan eufemísticamente como intenso. Es decir, mucha pendencia en el centro del campo y muy poco juego en las áreas. En esa pugna, la melena de Nedved era el elemento más dinámico del encuentro. Subía y bajaba como una crin al ritmo que marcaban las dos incansables piernas del medio checo. Pero poco más se movía.
RESULTADO
REP. CHECA 0 - ITALIA 2
Los italianos buscaron los huecos que dejaban los checos a sus espaldas
Camoranesi se movía. Sí, pero se perdía por la periferia del campo, conduciendo la pelota con la cabeza gacha mientras exploraba todos los callejones sin salida que le dejaban sus pares checos. Su peculiar modo de buscarse líos quedó muy bien retratado en la jugada más tonta del partido, cuando sólo restaban 20 minutos de juego. Cech intentó despejar, el balón le dio a un defensa en la espalda y el medio de origen argentino se quedó solo frente al meta. Disparó mal.
La única aportación de Gattuso en ese periodo fue un cabezazo desde fuera del área que se marchó alto. Gattuso tiene la cabeza dura. Pirlo, en cambio, hizo más cosas. Los buenos contragolpes que fueron trufando todo el segundo periodo salieron, mayoritariamente, de sus botas. Incluida una jugada preciosa en la que se deshizo de tres defensas en un milímetro dentro del área y después elevó la pelota en una pequeña parábola para que Inzaghi cabecease, flojo y mal, en el segundo palo. Poco después, el delantero se redimió marcando el tanto que cerraba el partido tras regatear a Cech y marcar a puerta vacía. Llevaba tres años sin marcar con la selección.
Pocas ocasiones. Mucha policía de aduanas en la línea que divide en dos mitades el estadio. Lippi había modificado sus esquemas anteriores y se había resguardado con dos pivotes y tres hombres flotantes escoltando a un único delantero, Gilardino. El joven milanista, al margen de un meritorio control dentro del área y de un acrobático remate, se marchó sustituido por Inzaghi sin que nadie supiese muy bien cual había sido su aportación.
Los checos no fueron capaces de abrir el campo y ahí empezaron a perder el partido. Nunca llegaban a la línea de fondo. De ese modo, flotaban por la línea de tres cuartos sin conseguir sobrepasar ni un centímetro la frontera italiana. Rosicki lo intentó en alguna jugada individual, pero sus incursiones se convertían en visitas turísticas al perímetro del área. Nedved también probó, en jugadas individuales, con el lanzamiento lejano. Sin éxito. Uno de sus tiros fue un magnífico chutdesde la frontal que Buffon tuvo que sacar con los puños. Otro, en un mano a mano, también lo detuvo con mucho mérito el meta del Juventus.
En el segundo periodo, el guión se modificó sustancialmente. Los checos jugaban con un hombre menos y un punto de ansiedad más. Estaban fuera del Mundial. Así, irremediablemente tenían que atacar. Pero jugaban con uno menos. Cualquier italiano pondría miles de cruces en una casilla que le prometiese una situación semejante. El equipo de Lippi se dedicó durante todo el segundo tiempo a aprovechar los miles de huecos que dejaban los checos a su espalda. Pero sin terminar de sacarles rendimiento hasta casi el final. Totti tuvo dos ocasiones extraordinarias, pero falló.
Esa situación, de aparente control checo, pero verdadero peligro italiano, sólo duró el primer cuarto de hora del segundo tiempo. Después, el tobogán final, supuso una vuelta a los orígenes del partido. Juego lejos de los porteros. Pero con una diferencia, ya no había intensidad. Lo que había era un aburrido descontrol. Bruckner fue quitando defensas y metiendo jugadores de medio campo hacia delante. Italia marcó otro gol y echó el cierre al partido.
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