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El futuro de Cataluña

El presidente catalán reclama al PSC que se esfuerce en "preservar su legado"

Consciente de los claroscuros que ha presentado su gestión, Pasqual Maragall pidió ayer a su partido que se esfuerce en preservar el legado del tripartito y la "nueva manera de gobernar" que ha distinguido sus casi tres años al frente de la Generalitat. Maragall eligió la sesión parlamentaria de control al Gobierno, la penúltima de su mandato, para efectuar esta petición, en un debate con tintes de despedida que todos los partidos aprovecharon, en mayor o menor grado, para elogiar la figura del presidente y la labor realizada en favor del nuevo Estatuto.

Los parlamentarios sabían que se trataba de una sesión excepcional en la que debían aparcar sus diferencias partidistas y ofrecer un acto de reconocimiento al presidente, que en la víspera había anunciado que no optaría a la reelección. Tan sólo el popular Josep Piqué se permitió afearle su "frustrante"gestión. Eso sí, en un tono exquisito y después de transmitirle su "respeto personal e institucional".

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La habitualmente tumultuosa entrada de los parlamentarios en el hemiciclo, a las cuatro en punto de la tarde, ofreció una elocuente imagen sobre la placidez en que iba a transcurrir la sesión. El líder de CiU, Artur Mas, inusualmente, entró después de Maragall, con quien delante de su escaño, y de pie, intercambió algunas frases durante casi un minuto. Un encuentro distendido para regocijo de la prensa gráfica. Después se supo que el convergente le dijo a Maragall que, en su turno, leería un comunicado desde la tribuna del Parlament y que dejaba al presidente la opción de responderle.

Los líderes de cada grupo parlamentario se deshicieron en elogios hacia el presidente catalán y rehusaron hacer uso de la réplica. El presidente de la Cámara, Ernest Benach, fue generoso con los tiempos. Incluso la mayoría de los parlamentarios rieron los comentarios de Maragall. Pero, insólitamente, al terminar la sesión nadie le dedicó un aplauso, cuando todo el mundo lo esperaba a modo de broche final.

A Maragall se le notó incómodo ante tanto requiebro y expresó -en respuesta al socialista Miquel Iceta- su deseo de no ser recordado tan sólo como el alcalde de los Juegos Olímpicos y el presidente del Estatuto, sino también como la persona que inauguró "un nuevo gobierno, una nueva manera de gobernar, y con una ilusión que se había ido perdiendo". "Pido al PSC", dijo, "al partido en el que milito con satisfacción desde hace muchos años aunque muchos no lo entiendan

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[comentario que despertó alguna risa], que se esfuerce por garantizar que esta realidad, esta verdad, no se pierda".

Recordó que el PSC ganó las dos últimas autonómicas en número de votos y repitió, tal como le rogó por la mañana a José Luis Rodríguez Zapatero, que nunca se identifique Cataluña y el catalanismo con algún partido, frase que la bancada socialista le premió con una efusiva ovación.

Algunos grupos interpretaron las palabras de Maragall como un deseo de reeditar el tripartito, después de que en Madrid manifestara su rechazo a que un Gobierno encabezado por Convergència i Unió desplegara el Estatuto en la próxima legislatura. Pero lo cierto es que el líder de Esquerra Republicana (ERC), Josep Lluís Carod Rovira, en su turno de preguntas, le interrogó sobre si considera la fórmula del tripartito "acabada y superada" o si, "con correcciones, todavía tiene margen de maniobra y utilidad de cara al futuro". Maragall esquivó la pregunta y se limitó a reconocer que el turbulento proceso de redacción del Estatuto ha eclipsado la obra de gobierno del tripartito.

Artur Mas reconoció el papel desempeñado por Maragall para arrastrar al PSC en apoyo del Estatuto aprobado en el Parlament y señaló desde la tribuna: "Me queda la satisfacción de saber que en el momento más importante de los últimos tres años hicimos un buen servicio a nuestro país". CiU retiró la moción por la que instaba al presidente a disolver el Parlament y a convocar elecciones de forma inmediata. Algo que Maragall ya había anunciado el día anterior.

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