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Columna
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Metáforas, hipérboles, y metonimias

Es "sólo un anuncio", y además "la publicidad (...) busca que el mensaje a transmitir cale", para lo que "recurre muy habitualmente a figuras como la metáfora, la hipérbole, o la metonimia". Estos eran algunos de los argumentos con los que el responsable de prensa del Departamento de Medio Ambiente del Gobierno vasco, Alberto Gartzia, salía al paso de la crítica publicada hace unos días en El Correo sobre el anuncio en el que, para alertar frente al calentamiento de la atmósfera y el riesgo de cambio climático, se presenta la foto de un enorme iceberg flotando en el océano, junto al que puede leerse: "Me estoy fundiendo y conmigo se fundirán todas las playas". Evidentemente, el anuncio del Departamento de Medio Ambiente, más allá de sus intenciones, contenía un importante error pues, como saben todos aquellos que hayan oído hablar del principio de Arquímedes, el desalojo "hacia arriba" de agua procedente de los hielos, se produce cuando estos caen al mar desde un continente (por ejemplo si se desprende un trozo de hielo de la Antártida, o de un glaciar), pero no cuando los iceberg ya están flotando en el mar.

He de reconocer que, más allá del tema objeto de crítica y debate, me interesó y preocupó la defensa llevada a cabo por el señor Gartzia sobre la utilización publicitaria de la metáfora, la hipérbole, y la metonimia. Acostumbrados como estamos a que traten de vendernos un coche llamando nuestra atención sobre una bella señorita en bikini, o a que la empresa de bandera de la telefonía móvil del paisito explique sus bondades por el número de películas porno distribuidas -como comentaba brillantemente Pedro Ugarte en esta misma columna-, parecería que ya nada debería extrañarnos en este complejo mundo de la publicidad. Sin embargo, uno pensaba hasta ahora que lo de las instituciones de gobierno era distinto, y que éstas no deberían tratar de educarnos a través de la metáfora, la hipérbole o la metonimia -como sugiere el señor Gartzia-, sino mediante la explicación sencilla de los hechos tal y como son. Y claro, una vez comprobado que no es así, empiezo a pensar que deberíamos analizar con cuidado los mensajes de nuestros gobernantes, no vaya a ser que estemos confundidos y que lo que creíamos entender de una manera sea en realidad algo diferente.

Veamos. Según el Diccionario de la Lengua la metáfora es un "tropo que consiste en trasladar el sentido recto de las voces a otro figurado, en virtud de una comparación tácita". ¿Se imaginan ustedes que la defensa de la soberanía, o de la autodeterminación, que hace el Gobierno vasco, sólo se esté haciendo en sentido figurado, para que los más tontos podamos entender la reclamación, tal vez, de un mayor autogobierno? ¿Se dan cuenta del ruido que pueden estar armando entre unos y otros cuando en realidad puede tratarse de simples metáforas?

Y ¿qué decir de la hipérbole? El diccionario la define como aquella "figura que consiste en aumentar o disminuir excesivamente aquello de que se habla", o como "exageración de una circunstancia, relato, o noticia". ¿Habrá hecho suya también el Partido Popular la doctrina Gartzía sobre las hipérboles cuando repite, día sí, día también, que España se está rompiendo en pedazos?

Por lo que respecta a la metonimia, ésta se define como "tropo que consiste en designar algo con el nombre de otra cosa, tomando el efecto por la causa y viceversa". Y claro, vistos los argumentos del señor Gartzia, ahora entiendo -¡cómo no me había dado cuenta antes!- que cuando nos hablan del "conflicto" no nos están hablando, como ingenuamente pensaba, del que ha venido enfrentando desde hace años a ETA con la mayoría de la población y con las instituciones, sino de otro, de carácter secular, que seguramente no estamos suficientemente preparados para entender. De ahí que algunos hayan decidido tomar la causa por el efecto. Para que todos podamos comprender. Menos mal.

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